Una profesora de literatura me lo explicó hace muchos años. Sinécdoque. Se llamaba así.
Era, al menos en el antiguo bachillerato tardofranquista, una figura retórica de pensamiento que consistía en designar una cosa con el nombre de otra con la que existe una relación de inclusión, por lo que puede utilizarse, esa es la idea, el nombre del todo por la parte o la parte por el todo.
España… mía / nuestra / viva / muerta / blanca y negra, como la cantó la irreverente Cecilia, ahora mismo ha quedado reducida a un coto de caza que la derecha reclama a mordiscos, y a un indescifrable territorio lleno de españoles, medio desangrados, que la izquierda se resiste a llamar por su nombre. Y todo porque el bando ganador se apropió de la palabra “patria” hasta convertirla en un insulto para los supervivientes desheredados de Dios, pues hasta alquilaron a la madre iglesia la imagen del Dios de los Cristianos para poner su nombre en las monedas, rodeando el perfil del dictador, “…Caudillo de España por la Gracia de Dios“. Una cesión de derechos de imagen que aún seguimos pagando en forma de acuerdos con la Santa Sede.
Aunque pagamos el canon divino, la derecha ya no invoca a Dios, pero, ahora mismo, los herederos del franquismo siguen componiendo sin pudor alguno, frases en la que figura “España” como su oscuro objeto del deseo, intercambiando el continente por parte del contenido.
Para los que continúan la dictadura con forma de democracia, España no es más que un espacio en el que los Españoles apenas somos materia prima, una suerte de consumidores de ignominia, un terreno en el que el patriotismo es tan abstracto que hasta el dinero que nos roban los que se dicen patriotas se lo llevan a Suiza. España es un país tan jodido por la miseria moral que los que se dicen “socialistas“, se unen al aquelarre y modifican nuestra Constitución para ponernos a los españoles -aún más- a los pies del amo ¿Cómo se puede mirar a España sin ver a los españoles?
Mientras seguimos siendo un territorio con demasiados muertos en nuestras cunetas, paradojas de la vida, quedan españoles que bendicen con su voto a los que ensucian la palabra España. Y muchos de ellos lo hacen mientras pagan con su miseria la deuda del rescate de los bancos, del IBEX35, claro está. Y votan, inexplicablemente, a los que llevan la corrupción por bandera.
Aún así, la palabra “España“, la “Marca España” del eslogan del corrupto PP, sigue vendiendo. Y la izquierda sigue sin querer pronunciarla.
¿Acaso un plato no era un plato y un vaso, un vaso? Al menos, exijo que Albert, Mariano y Pedro llamen a las cosas por su nombre: “Desbloquear el IBEX35“, “Salvar el IBEX35“, “Estoy dispuesto a no tener credibilidad por el bien del IBEX35“.