Albert Rivera acaba de interpretar magistralmente a Groucho Marx con su célebre frase “Estos son mis principios, si no les gusta tengo otros“. Está claro que Albert Rivera tenía principios de recambio en la mochila en la que lleva las promesas electorales, y ahora el principio “No pactaré con Mariano Rajoy” lo ha cambiado por “Lo hago contra mis principios, pero lo hago por España“, variante del conocido “Todo por la Patria“.
Dicho así, hasta parece que Albert Rivera lo hace por nosotros. Pero es retórica, sólo retórica. No es así, porque para los neoliberales “España” no es un territorio lleno de españoles ni una patria, es un coto de caza donde hacer negocios. Incluso para ellos “la patria” suele estar en Suiza o en algún paraíso fiscal. Así que cuando Albert Rivera dice que lo hace por España no piensen que lo hace por los españoles. De hecho cuando Mariano Rajoy pidió el rescate para salvar a España de la crisis, tampoco lo hizo por nosotros. En realidad rescató a los bancos y no a los españoles, quienes en última instancia pagaremos el rescate y sus intereses. Aunque Mariano Rajoy denominó al rescate “línea de crédito” exigida en “condiciones muy ventajosas” sólo fue retórica, pura retórica.
Dejando esto claro, tengo que añadir que las piruetas lingüísticas de Groucho Rivera y su hábil manejo de la retórica casi ha podido desdibujar -al menos intentar justificar- el más que evidente cambio de principios, los mismos en que fundamentó su rédito electoral. Y la culpa no es suya, es de José Carlos Remotti, peruano de nacimiento, actualmente profesor universitario de Derecho en la Universidad Autónoma de Barcelona y entrenador de aspirantes a políticos en sus ratos libres.
Así nos lo explicó hace un año el periodista Javier Negre en un artículo publicado en EL MUNDO que les enlazo aquí, y les entrecomillo lo que el propio Albert Rivera dijo de Remotti: “El profesor y amigo José Carlos Remotti consiguió que me interesara por el Derecho Constitucional y luego nos ayudó a mí y a mi equipo a preparar la liga de debate nacional que ganamos en 2001“.
Casi un año después volví a releer el artículo y me hizo sentir cierto grado de amargura y tristeza, por tener que asimilar que un mediocre que domine la retórica puede convertirse en un líder en épocas confusas. Incluso la amargura y tristeza se transmutó en horror cuando recordé los gestos y la retórica de Hitler en su discurso del 30 de enero de 1939 en el Reichstag Alemán.
También me preocupó el hecho de que Albert Rivera ganó la liga universitaria de debate nacional en 2001 argumentando “SÍ A LA PROSTITUCIÓN“. Es triste, pero es así. Y lo peor es que además de la prostitución “genital“, se pueden prostituir las ideas, las promesas electorales, los principios, la realidad misma… ¿Acaso no es esto último lo que hacen los gabinetes de prensa y algunos periodistas convenientemente patrocinados? ¿No es lo que hacen los políticos salvapatrias? ¿Acaso el mejor cliente de Groucho Rivera no es el IBEX35?
¡Qué oportunidad perdió Remotti de dedicar su tiempo libre a jugar a la petanca!