Los partidos de la descalificacion (PP, PSOE y Cs, y en Canarias, la desesperada CC) centran todas sus críticas en el enemigo a batir: UNIDAS PODEMOS. No hacen propuestas de gobierno, porque no son creíbles, porque no aportan salidas dignas para la sufrida mayoría social, y, como están empeñados en que nada cambie, -porque sus amos así se lo han exigido-, todos sus esfuerzos los centran en intentar descalificar las propuestas de cambio que aporta la candidatura de Pablo Iglesias y Alberto Garzón.
Ya Alberto Garzón ha dejado de ser el buen chico necesario para que el PSOE gobierne y ha pasado a ser el comunista irredento, que se ha entregado en brazos de Pablo Iglesias y del chavismo venezolano, para formar una amalgama, una sopa de letras, en definitiva, un guirigay de radicales que quieren acabar con la democracia, con el euro, y nos quieren conducir a la época del racionamiento y las largas colas. Mensajes todos ellos dirigidos a un electorado mayor de 65 años, pensionista, o a un electorado sin cualificacion profesional alguna y a los que interesa que sigan estando desinformados por la televisión, que les pertenece a ellos, a los partidos del IBEX 35.
Usan la descalificacion y el miedo a través de mensajes nada elaborados para que sean digeridos rápidamente por cualquiera de las personas que ellos piensan que no tenemos capacidad suficiente para pensar, informarnos, tener nuestra propia opinión. Intentan tratar de imbéciles a un amplio sector del electorado; pero no cuela. Y como lo saben, están nerviosos, actuando a la desesperada. Quieren demonizar a Julio Anguita y a los que llaman de forma despectiva “sus hijos”; pero no han caído en la cuenta de que Anguita es un político reconocido entre las gentes de la más diversa condición como un político coherente, honrado y certero en sus análisis. Ejemplo que no siguieron otros coetáneos suyos como Pujol, Aznar o Felipe González, totalmente desprestigiados.
El gran reto que tenemos como sociedad es que el PP no siga gobernando, no siga infligiendo serios castigos a la mayoría social con recortes, paro, pérdida de derechos, privatizaciones, emigración forzada de nuestros jóvenes, saqueo de la hucha de las pensiones,… Y corrupción a lo largo de toda la geografía. El latrocinio de las arcas públicas va en detrimento de nuestros derechos ciudadanos. No lo podemos tolerar.
El PSOE, con unas cúpulas cada vez más alejadas de su militancia que, desanimada, lo está abandonando, aparece como un partido desfondado, sin liderazgo interno ni liderazgo social, sin ideas para el necesario cambio de esta sociedad. Parece que se contenta con mantener el segundo puesto, sin ambiciones de gobernar y, a lo sumo, posibilitar que el PP sea el encargado de guardar los muebles de este sistema que tanto les beneficia a ambos y tanto nos perjudica al conjunto de la sociedad, si exceptuamos a los poderosos y sus amistades.
Ninguno de los trillizos (PP, PSOE y Cs, además de la desprestigiada CC) aportan soluciones para recuperar derechos laborales perdidos, derechos sociales recortados, derechos civiles amenazados. No quieren que el sistema bipartidista que han construido cambie, porque estaban cómodos con la alternancia, que no incomodaba a sus amos, los grandes poderes económicos, a cuyo servicio han gobernado. No les importa el deterioro democrático, la desafección de la ciudadanía con la política, porque, hasta ahora se consideraban imprescindibles, se consideraban los únicos que aportaban soluciones a los problemas de la sociedad.
Por eso, están desconcertados, están desbordados por las propuestas de gobierno de Unidos Podemos. No saben cómo parar el tsunami social de apoyos electorales que vaticinan las encuestas y que se nota en las calles, en el trabajo, en las tertulias, en las familias,… Y no pueden pararlo, porque ellos son incapaces de cuestionar el status de grandes empresas y grandes fortunas, que apenas cumplen con su deber de aportar al erario público; porque ellos no van a impedir las puertas giratorias; porque no van a mejorar los derechos laborales, económicos, sociales, que ellos mismos han deteriorado en los últimos años. Porque ellos no tienen interés en acabar con la lacra de la corrupción que menoscaba nuestros derechos. Porque no están dispuestos a invertir más en educación, en sanidad, en dependencia, en renta básica, en luchar de verdad contra los desahucios o contra la violencia machista; sino que han acordado modificar el Artículo 135 de la Constitución para priorizar el pago a los bancos por delante de las necesidades de la ciudadanía. Y no están dispuestos a cambiarlo. Y porque quieren recortar más y favorecer acuerdos como el TTIP que reduzca nuestros derechos a cenizas y nos obligue a ser más esclavos y más dependientes.
Y porque quieren cumplir con el compromiso que tienen con los poderosos, a los que jamás van a cuestionar, están empeñados en seguir en el poder a toda costa. Y por eso, a la desesperada, no proponen soluciones sino descalifican a quienes sí proponemos salidas dignas para la mayoría social. Y para eso, creen que el miedo es un arma eficaz, que hace dudar a los menos informados, a los indecisos, para que terminen apoyando eso que ellos llaman “estabilidad sin sobresaltos”. Es decir, que los apoyen para que sigan recortando, privatizando, deteriorando la democracia, favoreciendo la corrupción, potenciando que decida la economía sobre la política, en definitiva, no cuestionando a sus dueños: las grandes fortunas que nos gobiernan.
Manuel Castells decía que “El miedo y la resignación paralizan a la gente (…) La esperanza llega cuando superas el miedo y encuentras en las redes, en la calle, mucha gente que está como tú. Empieza al hablar con otro, al sentir con otro. Al percibir que no tenemos el poder pero estamos juntos y tenemos la razón con nosotros. Ése es el paso del miedo a la esperanza”.
Ken Loach (“El espíritu del 45”) nos dice que “Creíamos que nunca más íbamos a dejar que la pobreza, el desempleo o el ascenso del fascismo desfiguraran nuestras vidas” y añade “La clase trabajadora puede cambiar toda la historia, pero aún no se ha dado cuenta del poder que tiene”
La triste lección de los últimos dos siglos es que la necesidad y el miedo son los dispositivos políticos decisivos en esa lucha entre los de arriba y los de abajo que configura los sistemas sociales. Por eso a la victoria de los de abajo se le llama democracia y requiere que el miedo y la necesidad cambien de bando. Solo así de las cifras dejará de brotar la sangre de los de abajo (paro, pobreza, exclusion social, desahucios,…).
Todo empieza el 26-J. No basta con el voto. Tenemos que construir un contrapoder político y social (partidos y movimientos sociales) para defender las conquistas. Tenemos que vencer al miedo y el 26 de junio acudir de forma masiva a las urnas, sonrientes y esperanzados de que nos merecemos recuperar la alegría y la dignidad, apostando por el país que viene. Unidos y Unidas Podemos.