Como todos los años el gobierno de Canarias, formado como siempre por dos de los tres partidos que se reparten el “toco mocho” de la tarta canaria, vuelve a insistir, con toda martingala publicitaria, la necesidad que tenemos los canarios de ser felices sobre todo el 30 de mayo, Día de Canarias.
Por la publicidad institucional se denota que los habitantes de este archipiélago somos muy felices con nuestro sol, nuestras playas, con nuestro clima y todos unidos cantamos que somos 7 islas unidas por el mismo “mar”. Pero el quid de la cuestión es saber si tenemos algo que celebrar, festejar, invitar e invitarnos por algún motivo, que no encuentro por mucho que mire a mí alrededor.
Ser canario significa estar moldeados de una forma especial. Los canarios siempre hemos sabido que es el infinito, por mucho que cuando lo queremos tocar sigue muy lejos, estamos seguros de poder alcanzarlo alguna vez. Nuestra batalla contra el aislamiento del hecho insular nos ha forjado duros como las rocas volcánicas. Fuertes y recios como el drago milenario y al mismo tiempo sentimentales como el sentir de una folia. A los canarios, la política mediocre de políticos más interesados en sus poltronas que en el pueblo que han querido ningunear, putear e intentar separar, siguen sin darse cuenta que el mismo sabor de una vieja “jarea”, una papa arrugá o el escaldón de gofio gusta a los isleños de La Palma como a los ídem de las otras 6 islas.
¿Qué celebramos los canarios?. Los problemas de los canarios son endémicos, llevamos años y años sufriendo el alejamiento de propios y extraños, sufrimos una de las tasas de paro más grandes del Estado y de Europa, sanidad, educación, juventud, pensiones, dependencia… me deprime detallar una y otra vez los males que motivan esa epidemia que no han sido capaces de solucionar la casta de politiquillos corruptos y mediocres que nos toca sufrir.
Las desigualdades sociales han echado raíces en Canarias. Alrededor de 778.000 de sus habitantes, esto es, un 37% de la población, bajo el umbral de la pobreza y/o exclusión social (casi 8 puntos superior a la media de España). La situación es crítica para algo más de 215.000 de estas personas, ya que se ven abocadas a sobrevivir en la pobreza «severa», grave o extrema, es decir, con menos de 332 euros mensuales por unidad familiar. Más de 130 mil niños en edades comprendidas entre los 2 a los 12 años, sufren mal nutrición. El desempleo se ceba contra la población de hombres y mujeres que a partir de los 40 año no tienen oportunidad de encontrar un trabajo ni siquiera indigno, la tasa de paro sigue siendo de las más altas de España y a la cola de la Unión Europea, con un 28% de la población activa, y un 45% de jóvenes menores de 25 años que la única opción que tienen es coger la mochila e irse a buscarse la vida por Europa.
La Ley del silencio parece es el telón donde se esconden nuestras miserias, es mejor sonreír al turismo, ser amable, hacerle creer que vivimos en un paraíso, unas islas “afortunadas”. Pocos son los medios de comunicación social que recogen noticias de nuestras cloacas, pocos se hacen eco de las demandas de 800.000 personas en situación de pobreza, de las 500.000 personas que están en pobreza severa en miseria autentica que sobreviven a costa de sus abuelos, padres o amigos, con ridículas ayudas que apenas llega para ayudar a pagar la botella de butano o el agua.
Inma Evora, activista de la PAH, se queja amargamente de la poca o nula ayuda de las instituciones pública a la hora de solucionar un desahucio. Desahucios que se producen diariamente y que ella, Inma, confiesa no puede con tanta carga anímica encima de su espalda. La soledad con la que trabaja apenas cuenta con unas pocas personas que solidariamente prestan su ayuda a tan noble causa. Curiosamente, algunos políticos de esos que medran en el cargo de Concejal de Asuntos Sociales, aprovechan los éxitos de la PAH, de Inma Evora y su gente, para ponerse medallitas delante de la prensa, mamarrachos que viven a costa de la desgracia humana.
La acción social debe estar en manos de las personas que solidariamente, sin más animo que la ayuda al desprotegido, al paria, ponen todo su empeño, su esfuerzo, su trabajo y más de una vez su patrimonio, su dinero a favor de los marginados de nuestra sociedad. El cielo y la gloria para quien lo trabaja.
¿Qué tenemos que celebrar los canarios el día 30 de mayo? Nada, porque nunca me atrevería a irme de fiesta, de tenderete, de boncho con mis amigos mientras en mi casa mis hijos tienen la nevera vacía y anda descalzos, porque sería un hipócrita un cínico, un mal bicho.
Joaquín Hernández.- Promotor fundador y ex presidente de la Fundación Banco de Alimentos de Canarias, Promotor, creador, fundador y ex vicepresidente 2º de la Federación Española de Bancos de Alimentos (Premio Príncipe de Asturias de la concordia 2012) Promotor y fundador y ex secretario de la Plataforma de Voluntariado de Tenerife.