El Presidente en funciones, líder cuestionado de un partido con la corrupción en fase de metástasis que rehuye someterse al control de un parlamento que no es el que le eligió, abandona el plasma y se prepara para la precampaña electoral en el programa «Salvados» de La Sexta, sin rehuir a enfrentarse a preguntas incómodas, que como siempre contestó saliéndose por la tangente a la mínima oportunidad. En lo único que se esmeró en argumentar fue la necesidad de la «gran coalición» explicando que es «Lo que hay en Alemania. O lo que hay en Austria. Lo que pasa es que en Austria gobierna el partido socialdemócrata, es el primero, el PP es el segundo».
Mariano Rajoy manifestó no tener intención de dar un paso a un lado como hizo Artur Mas, aseguró seguir confiando en Esperanza Aguirre y arrepentirse de haber enviado el famoso SMS de «Luís se fuerte», pese a que insistió en que no protegieron a Luis Bárcenas «mientras guardaba silencio», añadiendo que las cosas «ya están suficientemente explicadas» y que «ya ha despejado las dudas sobre el caso».
Sin embargo de lo que no cabe la menor duda es que Mariano Rajoy envió el famoso SMS a Luís Bárcenas «desde Almería cuando parece que se había confirmado que tenía unas cuentas en Suiza, pero partir de ahí ya se acabó cualquier tipo de relación», según su propia versión. El día antes de enviar el SMS apareció en toda la prensa una información diciendo que el tesorero del PP escondía en Suiza 22 millones en el apogeo de la trama Gürtel. Posteriormente se sabría que hubo más cuentas y más millones y que el propio Luis Bárcenas reconoció la financiación ilegal del PP y el reparto de sobres, en un cambio de estrategia de 180º que parece propia del que se siente desprotegido por los suyos.
Pese a esto Mariano Rajoy reivindicó la «presunción de inocencia para todos» y evitó responder a la pregunta «¿Entonces para usted Luis Bárcenas no es un delincuente?» con un somero «yo lo que no soy es juez». El gallego que cuando está en la escalera no se sabe si sube o baja.