La segunda votación registra más votos en contra que a favor del candidato socialista y abre un periodo de incertidumbre institucional
{mosimage}EFE.- El candidato socialista a la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, no ha logrado el respaldo del pleno del Congreso de los Diputados esta tarde en la segunda votación de la sesión de investidura para ser el nuevo inquilino de la Moncloa. Un total de 219 votos en contra, frente a 131 a favor, uno más de los obtenidos el pasado miércoles ya que Ana Oramas, de Coalición Canaria, cambió la abstención de entonces por el voto afirmativo.
A partir de ahora se abre un periodo de incertidumbre que tiene fecha de caducidad: el 3 de mayo. Si antes de ese día no se ha producido la investidura de un candidato a la presidencia del Gobierno se convocará de forma automática una nueva jornada electoral para el día 26 de junio. Nunca antes desde la entrada en vigor de la Constitución de 1978 se ha producido esta situación.
A partir de ahora, según establece el artículo 99 de la Constitución en su apartado cuarto, “se tramitarán sucesivas propuestas en la forma prevista en los apartados anteriores”. En esos apartados es donde se indica el procedimiento conocido hasta ahora que se inició con las consultas que realizó el rey con los dirigentes de los partidos con representación parlamentaria para proponer a un candidato. Es decir, volver a empezar.
El debate de esta tarde de viernes, que debía concluir a las 19.45 horas para cumplir con el precepto constitucional de las 48 horas desde la primera votación del pasado miércoles, ha servido para que cada cual ratificase las posiciones ya conocidas en el largo debate de los pasados martes y miércoles.
El aspirante Sánchez ha resumido su estrategia para formar un Gobierno de “cambio” en tres “condiciones” lanzadas al hemiciclo, consciente de que no iban a mover voluntades ya conocidas: fruto de un acuerdo, integrado por partidos de diferentes sensibilidades y con presencia “necesaria” del PSOE. “Voten sí al cambio”, ha resumido una intervención en la que se ha mostrado excesivamente rígido y sin apenas emoción, tal vez consciente de que no iba a conmover a nadie.
Mariano Rajoy ha insistido en la línea apuntada hace dos días: irónico, displicente y muy crítico ante lo que calificó como “un fraude. Usted no ha traído nada”, ha insistido. Tan suelto se ha encontrado que ha aludido al concepto de corrupción, pero para definir la actitud del candidato Sánchez al “poner las instituciones al servicio de su supervivencia. Eso también es corrupción, señor Sánchez”. Evidentemente esa expresión ha generado una gran explosión de protestas desde la bancada socialista; también risas y chanzas en otras zonas del hemiciclo.
Esa actitud ha provocado la exigencia del portavoz socialista, Antonio Hernando, para que Rajoy retirase esa expresión: “Una sesión de investidura encargada por el jefe del Estado no es corrupción, señor Rajoy”, ha exclamado con indignación el portavoz socialista.
El representante de Podemos, Pablo Iglesias, ha reiterado el voto negativo de la bancada morada, pero ha vuelto a insistir en que “a partir de esta noche yo le sigo tendiendo la mano a un Gobierno a la valenciana. Le acepto sus condicionantes, acepte usted también los nuestros ha exclamado Iglesias.
Iglesias hizo una alusión al beso en la boca con Xavier Domènech el pasado miércoles como expresión de afecto, hecho que generó risas y provocó un momento de distensión en el hemiciclo. Sin embargo, el dirigente de la formación morada recuperó su tono duro para denunciar el acuerdo de los socialistas con Ciudadanos y volver a manifestar su oferta a Pedro Sánchez: “Pongámonos a trabajar. He visto a Rajoy muy despreocupado; a Rajoy lo que le preocupa es que nos pongamos de acuerdo. Un acuerdo que después de esta noche puede llamarse el acuerdo del beso”, ha concluido.
La intervención del portavoz del grupo de ERC, en esta sesión Gabriel Rufián, ha sido tal vez la más dura de la tarde, recriminando al aspirante socialista, a su grupo y a los del PP y Ciudadanos su oposición a dar una solución “votando” del contencioso en Catalunya. “Soy independentista”, ha afirmado tras explicar que su familia procede de Andalucía. “Ese es su fracaso”, ha dicho a la hora de esgrimir el resultado de las últimas elecciones al Parlament catalán.
Esa intervención ha abierto un momento de tensión una vez concluido el debate, antes de iniciarse la votación. El portavoz parlamentario de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta, ha pedido la palabra para protestar una de las afirmaciones de Rufián cuando ha dicho que el grupo naranja no había condenado el franquismo en la cámara autonómica catalana. Tras un rifi rafe con el presidente el asunto parecía concluido, pero en ese momento, como en la sesión del miércoles, proliferaron las peticiones de palabra que el presidente Patxi López a duras penas pudo gestionar.
El más belicoso fue el portavoz popular. Rafael Hernando, para protestar por las palabras del socialista Hernando al denunciar que Rajoy había definido como corrupción la actuación de Sánchez en el proceso de investidura. Muy alterado, Hernando hizo caso omiso de las peticiones del presidente López de que dejase de hablar. El popular, lejos de obedecer, se encorajinó por momentos. Solo abandonó su actitud cuando el presidente del cortó el sonido, aunque no le llamó al orden.
Si lo hizo, una sola vez –a la tercera el diputado es expulsado del hemiciclo– cuando Joan Tardá, de ERC, pidió la palabra para protestar por las alegaciones anteriores de Girauta. El portavoz del grupo independentista catalán fue secundado por su compañero Rufián y por momentos la sesión se convirtió en un gallinero hasta el punto de que los diputados de ERC amagaron con abandonar el hemiciclo. No lo hicieron finalmente, pero la bronca hasta ese momento fue monumental.
Estos hechos ponen de manifiesto que la composición de la cámara es proclive a la tensión, clima sin duda que se acrecienta ante la situación de incertidumbre que preside los primeros pasos de esta legislatura. Hasta el momento, el presidente de la cámara, en un intento de conciliar posiciones, no ha sido capaz de controlar los conatos de revuelo que se han organizado hasta el momento.