{mosimage}Igual El Algarrobico, La Tejita ha conseguido manter un aceptable grado de aislamiento respecto a la vorágine urbanística que atenaza a todo su entorno. Ambos espacios permiten que la vista y el alma descansen en comunión con la Naturaleza.
Igual que en El Algarrobico, la Tejita es objeto de la ambición de ese monstruo de doble cabeza que ha devorado buena parte del litoral español, denominado binomio construcción – turismo. Canarias hace unos años intentó hacerle frente con el arma de la moratoria a fin de conservar algo de este paisaje único, pero frágil y no renovable. Ahora, al parecer, el Gobierno ha decidido desarmarse y lanzarnos nuevamente a sus fauces.
Igual que la lucha por El Algarrobico, la de La Tejita deberá ser, por justicia, una lucha ganada. Y si no, igual que nadie querría nunca alojarse en El Algarrobico, probablemente nadie querrá visitar el hotel que destruyó La Tejita.
Pero no queremos que La Tejita se convierta en otro Algarrobico. No queremos que sea construido para que luego haya que demolerlo. Ni que se convierta en uno más de los hoteles fantasma que afean las costas. No queremos que se consolide el daño, que se pierda todo ese patrimonio, toda esa vida, toda esa dignidad.
Por eso pedimos que El Algarrobico sirva a Grupo Viqueira y a todas y todos quienes tengan algún tipo de responsabilidad en este proyecto, como ejemplo de lo que hay que evitar, de lo que no hay que hacer. Y que demuestren tanta dignidad como han demostrado las más de 93.000 personas que han firmado en defensa de la playa de La Tejita.