Por aquel entonces gobernaba la argentina el General Juan Domingo Perón, que había atraído a cientos de miles de inmigrantes de toda Europa. Durante su gobierno existió pleno empleo y la industria necesitaba mano de obra.
La familia se radica en la zona sur del Gran Buenos Aires, en la calle Bynnon 6925 5to. “B” de Adrogue.
Los padres de Eduardo o “Nacho” como le dicen los amigos, intentan que su hijo estudie y haga una carrera. A él le gustaba la medicina y realiza su carrera en la universidad de Buenos Aires. Todos los días desde la estación de Adrogue, tomaba el tren de la línea del Ferrocarril Roca, cargado de pasajeros que se trasladaban a su trabajo, en la capital Federal. Eduardo como la mayoría se bajaba en la última estación Constitución y desde allí viajaba en colectivo hasta la facultad. Durante sus estudios comienza su militancia política. Se vincula con la Juventud Peronista y participa del Centro de Estudiantes, que estaba vinculado a la FUA, donde los militantes del MOR de la juventud comunista, eran mayoritarios en el centro. Los bares lindantes de la facultad, donde también estaban las dependencias de la facultad de Filosofía y Letras, Odontología, Farmacia y Ciencias Económica, eran un hervidero de estudiantes, que se reunían para estudiar y para hablar de política.
Durante la carrera conoce a su primera mujer María Delia Ameghino. Transcurría los fines de los años 60 y la Argentina vivía bajo el gobierno del General Ongania. En el transcurso de aquellos años se producen grandes luchas obreras como el Cordobazo y el Rosariazo. También surgen las organizaciones armadas como el ERP y Montoneros.
Nacho por aquellos tiempos recién recibido de médico, se incorpora como militante de la organización político-militar Montoneros, en los equipos de Sanidad en zona Norte del Gran Buenos Aires. Con el triunfo en 1973 del presidente Héctor José Campora y la posterior asunción del General Perón, Eduardo vive como la mayoría de la militancia peronista, la ilusión colectiva de luchar por la Patria Socialista. La alegría dura muy poco, fallece Perón y su mujer Isabel Martínez comienza una etapa de represión a través de las Tres A, que asesina a casi 3 mil militantes. Esta situación lleva a Montoneros a pasar a la ilegalidad. Por entonces Eduardo trabajaba en Hospital Nacional “Profesor Alejandro Posadas” donde era médico clínico de guardia, en sala de emergencias y en el Sanatorio Santa Isabel, del barrio de Flores en Capital Federal.
El Hospital Posadas en Haedo, surgió como iniciativa de la Fundación Eva Perón, en 1947 para cumplir funciones en la atención de enfermos con afecciones pulmonares crónicas y especialmente afectadas por Tuberculosis. Su planificación edilicia tuvo en cuenta los requisitos esenciales en la época para la atención de estos pacientes, es decir espacios abiertos y balcones orientados para permitir la toma del sol como de la sombra y que dan cuenta de las condiciones necesarias para los tratamientos que se instrumentaba en esos momentos. Los materiales de construcción empleados son de excelente calidad, lo que es de fácil observación hasta en la época actual.
Con el golpe de Estado del General Videla, el 24 de marzo de 1976 Eduardo se encuentra en la encrucijada de que hacer. La situación era muy difícil. En el Hospital todos conocían su compromiso político, había participado activamente de las asambleas del personal, estaba marcado por la derecha sindical y por los servicios de inteligencia. Algunos compañeros le recomendaron que se exiliara en Barcelona. A pesar de su preocupación nunca pensó que la situación iría a ser tan grave.
El 14 de enero de 1977 Eduardo salió de su casa para verse con su ex esposa, la médica ginecóloga María Delia Ameghino. Era alrededor de las 19 horas, ella vivía en la zona de Almagro, en Bulnes 635. Nacho fue sorprendido por seis o siete personas vestidos de civil, fuertemente armados y que dicen ser policías. (Comisión Nacional de desaparecidos Nº 2633). Allí es secuestrado en plena calle y trasladado a un campo de concentración. Al otro día a la madrugada del día 15, varios individuos de civil fuertemente armados, que decían ser de la policía, abren la puerta de su casa, con la llave de Carlas Sala. Con la presencia de su madre, los “civiles” dicen buscar drogas y si encuentran armas se la llevarían a ella. Los vecinos comentaran después, que había sido un operativo con patrulleros, camiones verde oliva y soldados apostados por la zona. Según los vecinos les pareció ver a Eduardo tirado en uno de esos camiones. En aquellos últimos días Nacho se encontraba muy preocupado por los secuestros de sus compañeros en el Hospital. Tenía la oportunidad de irse del país, pero no quería. Deseaba seguir la lucha. Por aquellos años había iniciado los trámites para hacerse la nacionalidad argentina.
La historia represiva del Posadas tiene dos etapas La primera comenzó el 28 de marzo de 1976 con la intervención del coronel Abatino Di Benedetto, más tarde trasladado a la dirección del Hospital Militar de Campo de Mayo. La segunda etapa comenzó con coronel médico Julio Esteves, fue la más cruda de la represión y se profundizó en noviembre de 1976, cuando se supone que empezó a funcionar El Chalet como centro clandestino. En el primer momento no hubo desaparecidos. Los detenidos eran trabajadores del hospital que pasaron por Coordinación Federal y entraron en el proceso de blanqueo en las cárceles de Olmos y Devoto. Ese período también tuvo dos momentos. El primero abarca los días 28 y 29 de marzo cuando el General Bignone interviene el Posadas como delegado de la Junta del Ministerio de Bienestar Social, un cargo que la Marina asume días después. Dentro del segundo momento, el período más oscuro se abrió cuando Esteves empieza a reclutar “a la patota” para organizar grupos armados que acelera las persecuciones en noviembre. “Esteves organiza la custodia con un grupo armado para defender el hospital de posibles actos subversivos”, dice Zulema Chester: “Secuestran a ocho trabajadores en el hospital y a otros tres que detuvieron en sus casas o en otras instituciones.” La selección de mano de obra represiva la hizo Esteves desde el hospital, dice en este caso el fiscal Guillermo Silva. “Reincorpora despedidos y suma a Argentino Ríos, que hasta ese momento trabajaba en seguridad desde la portería.” El grupo represivo autodenominado “SWAT” actuó dentro del hospital, hasta 1977.
Su compañero de trabajo del Hospital Posadas Rubén Gallucci lo recuerda de este modo: “A Nacho se le iluminaba el rostro cuando comentaba el crecimiento de masas y su convencimiento de que la victoria estaba a la vuelta de la esquina. Se emocionaba al constatar la increíble incorporación de jóvenes a la lucha. Contagiaba su energía, y sobre todo, su entusiasmo y confianza. En mi largo exilio, en momentos de abatimiento me sirvió de apoyo y su recuerdo, como el de tantos compañeros, me dio fuerza, energía y confianza para salir adelante”. Y a su optimismo debe sumarse su valentía, si prestamos atención a lo que cuenta su compañera de labores “en el Posadas”, Cristina Pfluger: “Noviembre de 1974. Ofensiva oligárquica de la mano de López Rega y la Triple A. Reunidos en Asamblea de todos los trabajadores logramos impedir que el Ministerio de Bienestar Social interviniera la Dirección del hospital. A los pocos días y estando nuevamente reunidos en Asamblea, evaluando la crítica situación, ingresa al aula Magna un grupo parapolicial portando armas largas, custodios del nuevo interventor, el Dr. Pimentel, designado por las autoridades ministeriales. Todos quedamos petrificados en nuestros asientos a excepción de nuestro querido ‘Nacho’, el Dr. Eduardo Carla Sala, quién los enfrentó para que se retiraran de nuestra institución. Nadie pudo acompañarlo en este reclamo. Desde la tarima le apuntaron, le preguntaron nombre, apellido y función y le ordenaron presentarse en dirección. Al rato lo veo en la escalera del hall central; me cuenta que le pidieron la renuncia y que no lo querían ver más ni en la institución ni reunido con nadie. Fue la última vez que lo vi en el hospital (…) ‘Nacho’ nos enseñó, como nos enseñaba cada día, a pesar de que era un médico que venía a hacer guardias solamente, lo que era el principio revolucionario de un compañero comprometido con su realidad, con su militancia, con su proyecto de un futuro diferente para esta Patria”.
En total hubo 11 desaparecidos y asesinados en el Posadas: Eduardo Carla Sala (médico), Jacobo Chester (administrativo, asesinado), Jorge Roitman (médico, asesinado), Julio César Quiroga (administrativo), María Esther Goulecdzian (psicóloga), María Teresa García de Cuello (técnica sanitaria), Ignacio Luna Sánchez (técnico sanitario), Josefina Pedemonte (docente), Daniel Eduardo Calleja (médico), Osvaldo Fraga (enfermero), María Ángela Cairo (enfermera). Sus padres interpusieron un recurso de Habeas Corpus, que fue desestimado. También realizaron gestiones ante el Ministerio del Interior, el Comandante Mayor Ramón Poggio, el Consulado de España en Argentina y ante la Cruz Roja, sin haber vuelto a tener hasta la fecha noticias de él. Al ser interrogado por la Justicia, Bignone negó toda responsabilidad en la desaparición de personas, reconoció haber allanado el hospital el 28 de marzo de 1976 en busca de “subversivos” y reclamó la detención de la ex jefa de Estado María Estela “Isabel” Martínez de Perón, por haber ordenado durante su gestión “aniquilar el accionar” de grupos subversivos. Los militares sospechaban que en el Posadas había una suerte de “aguantadero” de guerrilleros a los que se atendía si resultaban heridos en algún atentado, un argumento que en la etapa de instrucción el propio Bignone terminó reconociendo que no tenía ningún sustento. Sin embargo, la Justicia acreditó que los supuestos subversivos del hospital eran identificados y llevados al fondo del centro asistencial, donde funcionaba una sala donde eran torturados y vejados. A la hora del procesamiento, el juez federal Daniel Rafecas entendió que resultaba “una paradoja” que haya funcionado un centro clandestino en una institución al servicio de la salud, en la que “lejos de velarse por la vida se sometió a los cautivos a un régimen de terror”. Reynaldo Bignone fue condenado a 15 años de prisión, en su tercera condena por crímenes de lesa humanidad, esta vez por 15 privaciones ilegales de la libertad cometidos en el centro clandestino de detención “El Chalet” que funcionó en el Hospital Posadas de Haedo. El Tribunal Oral Federal 2 de esta Capital condenó también a 8 años de prisión y ordenó la inmediata detención del ex brigadier Hipólito Rafael Mariani, quien fue arrestado y cumplirá prisión domiciliaria. El tribunal aplicó además la pena de 13 años al ex custodio del hospital Luis Muiña, todos por privaciones ilegales de la libertad y tomentos a trabajadores del establecimiento, pero no por desapariciones ni asesinatos. Un cuarto acusado, Argentino Ríos, que integraba junto a Muiña el autodenominado comando de seguridad interna o Grupo SWAT, fue separado del juicio por “razones de salud”, pero será juzgado cuando se restablezca, según el fallo. La lectura del fallo de los jueces Pablo Daniel Bertuzzi, Rodrigo Giménez Uriburu y Jorge Luciano Gorini fue seguida en silencio y decepción por decenas de médicos y empleados del hospital presentes en la sala, muchos de ellos ataviados con remeras con la nómina de desaparecidos, una lista que duplica el número de casos juzgados.
Bibliografia.
Baschetti Roberto, La memoria de los de abajo. Ediciones de La campana, Buenos Aires, 2007.
Pérez Leira Lois, Desaparecidos Españoles en la Argentina, Crónicas de la emigración, Vigo 2010.
Informe CONADEP
Resolución judicial Hospital Posadas.