Así fue el impacto con la realidad cuando vi mi primera momia guanche en el ministerio de Agricultura casi 50 años atrás. De pelo rubio, nada. Muy al contrario: nigérrimo y apelmazado (no por el paso de los siglos, sino por el fuertísimo rizado africano). Y de ciclópea altura física, ni de coña, por más que el paso del tiempo había mermado su estructura ósea. Quedé convencido, por tanto, de que los primeros pobladores habían llegado de África. Y, además, concluí que los llamados "historiadores" de Canarias (de esos hubo muchos en la Gran Canaria) eran, en su mayoría, cuentacuentos, charlatanes sin solidez alguna.
De ahí que la llegada del CCPC significara una fresca fuente para el conocimiento. Se propuso, desde un principio, rechazar todo aquello que no obedecía a severas disciplinas investigadoras. Y sé (con el Centro publiqué 3 consejos de guerra y 1 'Consejo de paz'. De Sagaseta a Lezcano) con qué rigor se trabajaba en aquella empresa cuya meta (casi sana obsesión) era dar a conocer no solo aspectos relacionados con Canarias sino, además, con algunos países que recibieron a miles de canarios emigrantes (sirvan cuatro títulos: La emigración canaria a América; La aventura del tabaco. Los canarios en Cuba; Crisis económica y la emigración en Canarias; Secundino Delgado en Venezuela…).
Y por aquello de rebuscar en las entrañas de la realidad histórica, el CCPC volcó su trabajo en la etapa anterior a la conquista de Canarias, a veces con silencios oficiales; otras, con ataques que le echaban en cara un inexistente radical extremismo nacionalista rayano en el independentismo. Y todo porque lo único que se pretendía –y se consiguió- era echar abajo románticos planteamientos falsificados por intereses extraños, ajenos a la verdad histórica.
Ya desde los momentos iniciales de 1977 el tema de la prehistoria está muy presente. Así, bajo el título de La Prehistoria de Canarias se editan distintas publicaciones –independientes unas de otras- de Mari Cruz Jiménez, José Carlos Cabrera, Ernesto Martín, José Juan Jiménez… Les siguen otras muchas (Los aborígenes; Islas Canarias y antigüedad clásica; Para una historia atlántica; Textos de Historia; Conquista y colonización…) que vienen a confirmar lo dicho: el CCPC está interesado en desmontar falacias, mentiras y figuraciones. (Algunos planteamientos, por supuesto, han sido superados por nuevos investigadores. Pero estoy seguro de que les sirvieron como punto de partida o de apoyo.)
No olvidó el CCPC al español hablado en Canarias hoy, por suerte, una de las variantes mejor estudiadas y con amplísima referencia bibliográfica. Desde El habla canaria del profesor Morera (uno de los más rigurosos investigadores) hasta Toponimia guanche, varios títulos destacan en su haber. Así, Diccionario básico del habla canaria; Diccionario gallístico de Canarias o las antologías (una, De dichos y refranes de Canarias comentados; otra, Gran antología de adivinas canarias), aunque también publica un concienzudo trabajo de la profesora Springer Bunk: Origen y uso de la escritura líbico – bereber en Canarias (escritura anterior, obviamente, a la llegada de los conquistadores). Junto a tales publicaciones, la recuperación de grandes escritores canarios a través de antologías (Carlos Pinto Grote, Agustín Millares Sall, Pedro García Cabrera, Pedro Lezcano…) o novelistas (Las espiritistas de Telde, de Luis León Barreto; Emilio González Déniz, Víctor Ramírez, Félix Casanova, Pepa Aurora…)
Sobre la intrahistoria popular también mostró muchísimo interés el CCPC. Recurrió a todos aquellos que habían estudiado (y a veces experimentado) creencias, supersticiones, nigromancias y ocultismos como lo hizo en pintura mi paisano Antonio Padrón con, por ejemplo, las echadoras de cartas. Así, Brujería en Canarias; Prácticas y creencias de una santiguadora canaria…, sin olvidar los nigérrimos años de la Guerra Civil y la terrible represión posterior como se refleja en La semana roja en La Palma; La Falange en Canarias; Memoria de la prisión de Cáceres; La prisión de Fyffes; Los sucesos de Sardina del Norte…
Se trata, en fin (y dejo cientos y cientos de referencias) de un trabajo rigurosamente hecho para Canarias y desde Canarias. El CCPC inició en 1977 una nueva forma de atracción hacia la lectura. Porque con visión regional dio a conocer todo o casi todo lo relacionado con esta tierra encerrada muchas veces en sí misma. El CCPC destacó símbolos identitarios, esencias ocultas, psicologías isleñas y romanceros, la lucha del campesino por la tierra y por el agua, la historia de La Aldea, El Hierro, La Palma… y descubrió al conejero Blas Cabrera Felipe, a los médicos de ayer, a las mujeres canarias del siglo XVIII… Nos enseñó, en fin, sobre Canarias con seriedad, sin folclorismos irracionales.
Bien es cierto que no conozco ninguna institución que haya hecho por Canarias (en todas sus variantes) lo que alcanzó la ciclópea actividad del Centro de la Cultura Popular Canaria. Merece el reconocimiento de Canarias.