EL BAR DE PEPE
Joaquín Hernández
{mosimage}Tenía ganas de ver el debate entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy, más que ganas era curiosidad mal sana, lo que llamamos vulgarmente mala leche. Quería comprobar cómo se escurría, cual angula gallega, entre las manos del candidato a ocupar su lugar en la Moncloa.
Pedro Sánchez empezó la contienda saltándose, así como el que no le va la cosa de las normas de la casa, el guión preestablecido por Manuel Campo por el que, evidentemente, pasan los años y no en balde ya que moderar, lo que se dice moderar, o no pudo o no le dejaron. Decía que una vez que sonó la campana el aspirante al título saltó a por el KO por la vía del gancho de izquierda, el primer round quedó en tablas, incluso con una ligera ventaja de Sánchez al que se le notaba más fajador, con más llegada y pegada que el campeón. En el segundo asalto fue Rajoy el que lanzó dos crochet de derecha al mentón de su contrincante pero no llego a darle de lleno y las acusaciones sobre el legado de Rubalcaba, más pasadas que el barco el arroz, no hicieron mella en la carota del púgil socialista que parecía estar más en forma física y mentalmente que el poseedor del título.
Asalto tras asalto, combate tras combate, Sánchez propinaba sendos golpes de izquierda y siempre amagando con la derecha a los que respondía el campeón con los pocos recursos de que disponía, que no era más que más de lo mismo, amenazándolo con algún que otro golpe bajo pero de poca importancia. Se llegaba a los descansos entre round y round y parecía más relajado el aspirante a la Moncloa, Rajoy le faltaba aire y daba muestra que su ensangrentada nariz no aguantaría otro uppercout (golpe dado con el puño cerrado que va a la mandíbula del oponente).
Aparte del símil pugilístico la confrontación, que no debate, entre ambos políticos punteros de la política española, nos llevo a más de lo mismo. Rajoy, en estos cuatro años de “reinado”, no tiene nada a su favor, muy al contrario el bagaje que se lleva consigo será el rechazo de la gran mayoría de los españoles, incluyendo un grandísimo porcentaje de los que creyeron en sus mentiras y votaron su candidatura en las anteriores elecciones del 2011, no obstante y observando los gestos de Mariano Rajoy en el debate, por primer vez lo encontré sorprendido ante las declaraciones de Pedro Sánchez que desmontaban una y otra vez las mentiras o verdades a medias que decía él hasta el próximo día 20, presidente del Gobierno de España. Mariano se empeño en aparecer como si estuviese en un mitin, de la misma forma quiso convencer a los 9,6 millones de españoles que era el mejor, que como Rey del mambo es único y lo malo es que como cuenta cuentos está obsoleto, vamos que no le creen ni los parvulitos de jardín infantil de mi nieto. Sánchez sabía que debía decir lo que el pueblo le quería oír decir cara a cara a Rajoy, porque no nos rasguemos las vestiduras, ni juremos en arameo, yo estuve muy de acuerdo en que llamara “indecente” a una persona que ha sido un mentiroso compulsivo. Por primera vez me di cuenta que nuestro Presidente del Gobierno de España no hablaba con el conocimiento del pueblo en el que habita, Rajoy decía cosas que no pertenecían a los españoles cuando nos informaba con datos, la mayor parte de la veces, trucados, amañados y la mayor parte de esos datos eran falsos. Creer que estamos saliendo de la política económica de lo absurdo donde él y su equipo nos metido; es sencillamente no tener pajolera idea del momento en el que vivimos el 90% de los españoles. El tema no es nuevo, no se sabe muy bien el por qué pero cada inquilino de la Moncloa se distancia tanto de los problemas terrícolas que puede ocurrir dos cosas: O viven en el planeta Marte y se convierten en marcianos y nos ven como gilipollas o el gilipollas es el citado inquilino que cree que el pueblo es marciano.
Sánchez habló y lo hizo con dato, con la fuerza de saber lo que ocurre a su alrededor, con la fuerza de la razón y para mi punto de vista aun fue benévolo con Rajoy, al que tuvo contra las cuerdas y seriamente noqueado y los dejo salir andando. Rajoy no sólo es un indecente político, además tiene que pagar con cárcel los delitos de lesa humanidad cometidos contra los españoles, al permitir que nuestros escasos recursos fueran a parar a manos de una banca mafiosa que, por mucho que lo diga, siempre mereció dejarla a sus consecuencias y posterior quiebra. A la pregunta de ¿si las dejamos caer, que hubiera sucedido con los miles de accionistas e impositores de esas Cajas de Ahorro rescatadas con nuestro dinero? Habría que contestarle “lo mismo que han hecho los de Forum Filatelico y Afinsa que son varias decenas de miles de afectados” ¿o es que los impositores de Cajas de Ahorros son mejores que los de cualquier otra empresa que presente quiebra fraudulenta?
Al final me quedo con esta reflexión: Rajoy no se entera de nada de lo que ocurre tras las paredes del Palacio de la Moncloa, Rajoy vive en una burbuja aislado de cuanto sucede en España y por último; Rajoy habla y dice lo que le dicen que hable o diga, el hombre está más perdido que el barco el arroz.