{mosimage}Javier Caso Iglesias.- Corría el año 1906. Es una lluviosa mañana de otoño. Sir Francis Galton sale de su casa en Plymouth para visitar la Feria de Ganado. Se celebra la "West of England Fat Stock and Poultry Exhibition" y, como cada año, los agricultores locales se reúnen allí. Además de hacer negocio, llevan sus mejores piezas a competir en el concurso anual. Aunque Galton tiene ya 85 años, le puede la curiosidad y, con su mozo, toma el carruaje y se acerca a la Feria. Allí todo es como cada año.
Este episodio, transformado en principio, es conocido como "El buey de Galton" y ha generado mucha literatura. De hecho, ya en 1907 el propio Galton publicó el caso en la revista científica Nature. Si bien la figura de Galton sobrepasa la anécdota, fue uno de esos brillantes científicos autodidactas y renacentistas que florecieron en el XIX, y este principio se usa como ejemplo de los beneficios que implica una buena colaboración. Lo recuerda James Surowiecki en su best-seller "The Wisdom of Crowds" (La sabiduría de las multitudes). El libro traducido aquí como "Cien mejor que uno" propone una idea interesante. Dice Surowiecki que "los grandes colectivos son más inteligentes que la minoría selecta, por brillante que ésta sea, cuando se trata de resolver problemas, promover la innovación, alcanzar decisiones prudentes, e incluso prever el futuro".