Como bien saben la mayoría de los gitanos y gitanas de nuestro país, y especialmente quienes viven en la Comunidad Valenciana, el pasado domingo dos mujeres gitanas, madre e hija, murieron tiroteadas en la localidad valenciana de Llíria por el que fue el marido de la más joven, también gitano, como sus víctimas.
En un valiente y comprometido comunicado conjunto reconocen que la violencia contra las mujeres está dramáticamente presente en el mundo de los gadché, pero que les "duele especialmente la violencia machista ejercida contra las mujeres gitanas, que en lo que va de año se ha cobrado ya la vida de, al menos, cuatro de nosotras". Y hacen hincapié en poner de manifiesto que "el maltrato machista no debe excusarse de ninguna manera en la cultura gitana", y aseveran que la violencia de género "no tiene cabida en nuestra sociedad ni tampoco puede tenerla en la comunidad gitana".
Es muy importante señalar que las mujeres gitanas, que viven plenamente los avatares de la sociedad española, se alinean junto a quienes reclaman que "no se debe tolerar ningún comportamiento machista", sea de gadché o de gitanos. Y añaden, con la indiscutible autoridad que les da su condición de madres y jóvenes gitanas que "no hay ninguna tradición ni costumbre que pueda servir de justificación" a la violencia y mucho menos a los asesinatos.
Desde la Unión Romani queremos señalar que aprobamos sin fisura el llamamiento que hacen a todos los miembros de nuestra comunidad cuando dicen que debemos ponernos del lado de las víctimas y que no debemos permitir que en nuestro entorno se profieran expresiones machistas. Y esto debemos hacerlo por una triple obligación: primera, porque los hombres gitanos también tenemos madre e hijas. Y ¿acaso queremos que algún mal nacido, sea “payo” o gitano, les peguen o las maten? No y mil veces no.
Segunda, porque esta violencia desencadena una espiral de muerte y desgracias que no tienen fin. Así interpretaban algunos la antigua ley gitana: si tú matas a mi hija yo debo matarte a ti y a alguien más de tu familia. Las asociaciones de mujeres gitanas lo han dicho con absoluta claridad: "no hay ninguna tradición ni costumbre que pueda servir de justificación a estos comportamientos”.
Tercera: Porque si queremos vivir en sociedad, respetándonos los unos a los otros, tenemos que militar abiertamente junto a quienes defienden la igualdad entre hombres y mujeres y debemos apoyar a las autoridades democráticas para que acaben, de una vez por todas, con lo que las asociaciones de mujeres gitanas llaman “terrorismo machista”.
Frente a mi pueblo yo no tengo más autoridad que la que me dan los años. Y apelando a esa autoridad digo que ahora más que nunca hay que estar junto a estas mujeres gitanas que son capaces de interpretar, con una sabiduría admirable, cual debe ser nuestro papel como gitanos, en la sociedad del siglo XXI que entre todos debemos construir. Ellas lo han dicho: este compromiso "es de todas y todos".