Cecilio Urgoiti
{mosimage}En las montañas Chiricahua, al sur de Arizona, las hormigas de miel del desierto luchan atrozmente por la vida y por salvaguardar el dominio de esta pequeña porción de erial que conforma su mundo. Esto, que os cuento, se inicia durante las lluvias torrenciales en el desierto de Sonora, cuando una nueva reina surge, encuentra a un compañero y sale volando para fundar un nuevo caudillaje, con un nuevo asentamiento de seres vivos.
Con el paso del tiempo, se suceden los ataques de otras hormigas y de otros animales, incluso más grandes, la hormiga reina y sus súbditos se hacen cada vez más fuertes. La gran prueba final, la que marca su supervivencia, se produce cuando se tropiezan con otra colonia de hormigas de la misma especie. Así ocurre a diario en nuestra sociedad, obviamente saltando las distancias, pero si me permiten, recordaré unas palabras de Pío Cabanillas “padre”, que al llegar a un congreso de la UCD, sentenció, primero aquello de “¿Quiénes hemos ganado?” Y tras oír la respuesta, añadió. “Cuerpo a tierra que vienen los nuestros.”
Mientras las hormigas se defienden con todas sus fuerzas, la mayoría de nuestros conciudadanos, enmudecen y tragan todo cuanto se les impone, convirtiéndose en sumisos siervos, catequizándose en esclavos del capital. Eso que vino a ser la crisis del 2008, ha sido el desmoronamiento de la ética y, el auge de una industria deshonesta, que desvela a las claras, las corrosivas relaciones que han terminado de depravar a un vasto segmento de la clase políticos, a su reglamento regulador o sea las leyes y, en cierto sentido a los correveidiles académicos que valoran las actuaciones poco honestas de los promotores de esta crisis sistémica.
Wall Street es el escenario principal desde donde se controla el sistema financiero del planeta. Aquí comenzaban, en el verano de 2007 los primeros efectos negativos, sin ninguna sutileza, golpeando a los mercados mundiales y desmantelando sin pudor un incipiente estado de bienestar.
Es esta crisis de la economía basura, viéndose con claridad la radiografía del origen de la crisis, que ha sacudido los cimientos de la economía mundial. De cómo el desplome de los precios de la vivienda arrastra a los deudores a no pagar sus hipotecas. De cómo el descalabro de las entidades financieras más importantes de Estados Unidos. Ahora cuando se nos dice que esto, esta a punto de terminar, no debemos perder de vista, la que vive ahora Alemania, concerniente de la economía de la zona euro, con la trucada contaminación automovilística, nueve veces superior a la permitida y desde la óptica monetaria, el derrumbe de su banco de referencia. Ahora estamos en plena lucha electoral o mas bien electoralista, pero hay indicios bien fundados que se seguirá sin recursos crediticios. Las familias se ven obligadas a trabajar por salarios basuras con eternos horarios y en algunos casos a entregar, no solo sus casas a los prestamistas, sino además a continuar hipotecados de por vida y el que mejor queda, vive de la caridad de sus mayores.
¿Cómo explicar que del esplendor de la burbuja inmobiliaria, hayamos pasado a una crisis económica sin precedentes? Yo, si se me permite diría, que esto ha sido una “Euroestafa” para entender la regresión económica y social actual y así desenmarañar ciertas tramas económicas difusas de nuestra historia reciente, pero preñada de connotaciones pasadas, que han sido claves para el devenir de la sociedad española y su vinculación con una europeidad de muy dudosa reputación. Indagar en los orígenes de la crisis, cuestionando el desarrollo de momentos históricos tan importantes como la Unión Económica y Monetaria, nos lleva directamente a mirar hacia el que le llegaron a llamar el artífices del milagro español, por cierto hoy enredado e imputado en causas varias de estafas y sin pasaporte por orden judicial. Comparto con muchos electores que desde hace rato su domicilio esta en Soto del Real.