Armando Marcos
{mosimage}Leo en la prensa: “La Justicia embarga sueldos, coches y casas al empresario Antonio Plasencia. El ex presidente de la patronal tinerfeña de la construcción no abonó la fianza de 66 millones por una supuesta extracción de áridos. Tanto la Fiscalía como la acusación popular, solicitan para él y otras cuatro personas, cinco años de cárcel por delitos contra el medio ambiente”. (La Provincia-Diario de Las Palmas, 29/10/2015).
Dejando bien claro el principio de presunción de inocencia, lo que sí es evidente que caciques y mafiosos van cayendo ante los pies de la Justicia en Canarias. Aún quedan muchos ladrones y delincuentes gozando de inmunidad como si fueran santos padrinos de la “Mafia del Cemento”. Esos indecentes y golfos son los que han convertido a Canarias en “El Planeta de la Corrupción”. Aplausos, admiración y absoluto respeto para los empresarios honrados que generan riqueza y puestos de trabajo. Pero, condena y castigo con prisión para esos otros empresarios mafiosos convertidos en depredadores del medio ambiente.
Los que se han enriquecido ilegalmente en connivencia con algunos políticos corruptos y sin escrúpulos, tienen que ser juzgados en presencia del pueblo soberano. Que no gocen de privilegios cuando sean interrogados por fiscales y jueces. Que declaren en Audiencia Pública para que se avergüencen como delincuentes y asaltadores de caminos. Esos son los empresarios que no tienen escrúpulos. Esos son los que viven en la lujosa opulencia. Esos son los que abusan de los trabajadores pagando salarios miserables para que sus hijos se ahoguen en la pobreza y no puedan tener acceso a la Universidad. Esos son los que defraudan a la Hacienda Pública. Esos son los que practican el derecho de pernada. Esos son los que se llevan el dinero de Canarias y lo esconden en Suiza y demás paraísos fiscales. Esos son los que presumen de controlar y tener secuestrados a determinados políticos a los que, una vez metidos en sus jaulas de la corrupción, se atreven a decirles: “te haré una oferta que no podrás rechazar”. “Un favor puede matarte más rápido que una bala”. (Puro idioma mafioso de la “marca Corleone”).
Si hay algo que apesta en estas Islas Canarias son los “clanes de la avaricia” capitaneados por un reducido grupito de empresarios sin escrúpulos. Pues la mayoría de pequeños y medianos empresarios son honrados y gente seria. Gente a la que hay que apoyar por su honorabilidad y porque son los que de verdad crean puestos de trabajo. Los otros, los que presumen de yates y grandes mansiones; los tiburones insaciables que muerden en las arcas públicas, y los que pescan atunes en mares revueltos, son los que tienen dinero por “herencia familiar” o se han enriquecido robando todo lo que han podido y le han permitido metidos en extraños laberintos de dudosa legalidad. Cuando no, mezclados en operaciones vinculadas al narcotráfico de la cocaína y al tráfico de personas convertidos después en esclavos y en mano de obra barata. Hay un dicho portuario que dice: “por un puerto entra y sale de todo”…
Esa calaña y sucia casta empresarial es la que suele pregonar que en este país lo primero que hay que tener es dinero. Creen que cuando tienen dinero, pueden conquistar el poder. Y cuando ya disponen del poder, asaltan las instituciones públicas y privadas, compran a algunos políticos débiles y sin escrúpulos (no generalizo porque la mayoría de la clase política es honrada) y ponen en marcha el negocio de la corrupción.
Para algunos de esos empresarios protagonistas del pelotazo del cemento y que se han enriquecido robando y asaltando las instituciones públicas, ser un gánster es muchísimo más rentable que ser presidente del Gobierno de Canarias. Para toda esa banda de mafiosos, la Justicia tiene que ser implacable.