Sorprende el oscurantismo y la falta de información repecto a esta desaparición
Defensa dio por buena por un simple fax la teoría de que los tripulantes del helicóptero caído en el mar habían sido rescatados por un pesquero que ahora no aparece por ninguna parte
El ministro no admite responsabilidad alguna de España y desvía el origen del error a una “distorsión informativa” de Marruecos y Senegal
{mosimage}ATCPRESS.- El ministro de Defensa, Pedro Morenés, no tiene ni la menor idea de qué puede haberle ocurrido a los tres tripulantes del helicóptero del SAR que cayó al mar el jueves a las 15:05 a 280 millas de Gran Canaria, cuyo presunto rescate por un pesquero sin identificar que ahora no aparece por ninguna parte dio por buena en la noche del jueves después de recibir un simple fax.
El círculo de la desesperación que soportan los familiares de los tres militares desaparecidos se completó este viernes, 30 horas después del accidente, cuando Morenés ha admitido que España no encuentra a los tripulantes “ni en el mar, ni en ningún pesquero” ni por el momento en la cabina del helicóptero. Este resultó hundido hoy a una hora sin especificar, después de que un barco holandés que pasaba fortuitamente por la zona del siniestro divisara la aeronave del SAR semisumergida en la tarde de ayer, lanzara a su encuentro una embarcación ligera para comprobar si había alguien dentro y luego atara con cabos el helicóptero al buque para intentar evitar que se hundiera.
El helicóptero del SAR con tres militares a bordo cayó al mar sobre las 15:05 horas de este jueves al iniciar un vuelo de regreso hacia Gran Canaria desde Mauritania, donde la nave hizo una escala procedente de Senegal tras participar en unos ejercicios de adiestramiento con el Ejército de este país. Morenés se apresuró este viernes a poner la venda antes de revisar la herida, cuando anticipó, como ya hizo tras la tragedia del SAR en aguas canarias de marzo de 2014, que el helicóptero estaba en perfecto estado de revista y con todos sus permisos y revisiones en regla. Por si la excusa anticipada había sonado a poco, el ministro se apresuró también a subrayar que el accidente se había producido a 280 millas de Gran Canaria, una zona “muy alejada de los medios de rescate y sin cobertura radar desde Canarias”.
El accidente ha dejado por el momento un balance de tres desaparecidos. Se trata de los pilotos José Morales Rodríguez, originario de Barcelona, casado y con un hijo y Saúl López Quesada, soltero y de Madrid, ambos integrantes del 802 escuadrón SAR del Ejército del Aire en la Base Aérea de Gando, en la isla de Gran Canaria. La tercera persona a bordo era el sargento grancanario Jhonander Ojeda Alemán, el único superviviente del helicóptero del SAR que se estrelló en el mar en la noche del 19 de marzo de 2014. El joven Jhonander ya había hecho frente a la fatalidad en aquel siniestro cuando logró escapar de milagro del helicóptero tras romper una escotilla a golpes con la cabeza. Este vez, era además su 27 cumpleaños.
Morenés se esforzó este viernes por poner en escena un argumento según el cual, una vez detectada la caída del helicóptero por la visualización estática de su baliza en un punto fijo del océano, España había hecho todo lo humanamente posible para asistir a los tripulantes, un intento detenido durante horas en la noche del jueves al viernes por el aparente error de la Gendarmería marroquí al dar por hecho que los tripulantes habían sido recogidos por un pesquero. Pero, ¿qué había hecho España desde que se detectó la caída hasta que cesaron las operaciones? Pues, según el relato del ministro, enviar un f-18 que hizo tres pasadas sobre el área y creyó ver una bengala y luego un segundo avión Casa 235 y un Super Puma. El ministro se movió deliberadamente en la confusión cuando habló este viernes de la movilización de medios navales de la Armada: en realidad, el primer barco español, un carguero con un equipo de buzos y otro sanitario, no llegará a la zona hasta mañana sábado.
Según la secuencia horaria detallada por el propio ministro, el F-18 de Ejército del Aire en vuelo de reconocimiento no llegó a la zona del siniestro hasta las 17:50 del jueves, es decir, casi tres horas después de que las balizas alertaran de la caída del helicóptero al mar. El piloto, dijo Morenés, vio una mancha y creyó observar además una bengala de socorro. Cuarenta minutos después, un Súper Puma del Ejército marroquí sobrevoló la zona del accidente y sus tripulantes reportaron al centro de salvamento situado en Canarias que también habían visto manchas, bengalas y una balsa. En apariencia, intentos desesperados de uno o varios de los tripulantes accidentados de que alguien reparara en su presencia en el mar a la deriva.
Sin embargo, todavía pasaría otra larga hora y media hasta que a las 19:45 horas se acercó hasta el lugar, de forma totalmente fortuita, un barco de bandera holandesa que, al reparar en la presencia de un helicóptero flotando semisumergido, decidió investigar por su cuenta. El capitán ordenó lanzar al agua una embarcación ligera para que varios tripulantes se acercaran al helicóptero a verificar si había alguien en su interior. Según los holandeses, en la cabina no había nadie, ni tampoco en los alrededores. Igualmente por su cuenta, el barco holandés maniobró hasta conseguir atar el helicóptero para evitar que se hundiera en el mar, un intento que mantuvo hasta media mañana de hoy, en que ya no pudo controlar la aeronave y ésta se hundió hasta una profundidad de entre 30 y 40 metros.
¿Y qué hacía entre tanto el Ministerio de Defensa de España? Pues según el ministro recabar distintos testimonios “de voz y de radio” sobre la ubicación y apariencia del helicóptero. En todos los casos, los testimonios apuntaban varios hechos significativos: el buen estado de la cabina, sin destrozos aparentes; el despliegue de sus flotadores de emergencia, la presencia de colorantes en el agua (para facilitar la localización en caso de caída al mar), la activación de bengalas de socorro y un rastro de “marcas rojas” en el mar. En la mayoría de los casos, signos inequívocos de que al menos uno de los tripulantes había conseguido sobrevivir al accidente y trataba desesperadamente de llamar la atención de las aeronaves que sobrevolaron la zona.
¿Consiguieron el o los posibles supervivientes que alguien les viera? Aquí radica en realidad el gran enigma y la dramática paradoja de toda esta historia. A las 21:25 de la noche del jueves, Morenés fue informado de que la Gendarmería marroquí le había mandado un fax a la Guardia Civil española para indicarle que los tres militares han sido rescatados en buen estado físico por un pesquero sin identificar. La información, según Morenés, procedía de la Armada senegalesa, que a su vez se lo había contado a la Armada marroquí, según la versión del ministro español de Defensa. Morenés se esmeró en la rueda de prensa en detallar que la comunicación tenía la categoría A1, esto es, “certificación de absoluta veracidad”. O eso al menos quiso creerse el Gobierno de España, que a partir de ese momento simplemente se sentó a esperar a que, como vaticinaba la información marroquí, un barco desembarcara a los tres náufragos en el puerto de Dakla. De su convencimiento quedó rastro en Twitter, donde el Ministerio de Defensa incluso agradeció a Marruecos que una de sus patrulleras condujera ya sanos y salvos a los tripulantes españoles camino de la antigua Villa Cisneros.
Y fue allí donde volvió a comenzar la pesadilla para las familias. El supuesto barco rescatador tenía que llegar presuntamente a las 04:00 de la madrugada del viernes a Dakla. Pero ningún barco llegó, ni a ese ni a ningún otro puerto, con los tres militares desaparecidos. Ni a las cuatro de la madrugada ni durante las siguientes horas, en que España, ya bien entrada la mañana, se entregó al intento de reconfirmar sin éxito con los ejércitos de Marruecos y Senegal que efectivamente alguien había visto de verdad embarcar a los tres militares españoles en un supuesto pesquero sin nombre ni ubicación conocidos.
El mazazo definitivo aún tardaría en llegar. Ocurrió exactamente a las 13:20 de este viernes, en que el agregado de Defensa de Marruecos trasladó al Gobierno de España una disculpa de la Gendarmería marroquí “por el desconcierto que había generado haberse hecho eco de una noticia sin contrastar”. Con eso y con todo, Morenés se entregó este viernes a una farragoso rodeo en el vano intento de explicar con una mínima verosimilitud que habían contabilizado hasta tres pesqueros diferentes como los presuntos e hipotéticos rescatadores potenciales de los tres desafortunados militares. E incluso no descartó la hipótesis, remota, pero no totalmente despreciable, de que los militares pudieran hallarse en efecto a bordo de algún desconocido pesquero.
Dios no llamó al ministro Morenés por los caminos de la delicadeza. Por eso, este viernes, llegó a pronunciar frases como que “tenemos que ver el mar a ver si podemos encontrar a estos señores” o que es necesario hallar “a las personas por supuesto, pero también saber cómo está el helicóptero”. Ese Super Puma que los holandeses intentaron mantener a flote durante horas y que ahora España tendrá que sacar a destiempo del fondo del mar. El primer equipo de buceadores desplazado a Dakla hizo un primer intento en la mañana de este viernes, pero tuvo que volverse a tierra al tropezar con dificultades meteorológicas. Mañana, casi 48 horas después, llegará el segundo equipo de buzos de la Armada.
Mientras, España no descarta ninguna de las hipótesis posibles: desde un fallecimiento traumático a causa del propio accidente, a un rescate por nave desconocida, pasando por la penosa posibilidad de que los náufragos se hayan perdido en una balsa en el mar e incluso de que puedan haber sido víctimas de un secuestro. Una hipótesis de sabotaje que Morenés no citó expresamente, pero que tampoco descartó.