{mosimage}Jaime Bethencourt Rodríguez. Delegado de Intersindical Canaria
El aniversario de la fundación de la bandera nacional canaria, coincide con una dura ofensiva españolista del gobierno del PP que pretender ahogar la legítima reivindicación de pueblos como el catalán decididos a ejercer su libertad para constituirse en Estado soberano.
Por ello, desde esta nación atlántica de Canarias, expresamos nuestra solidaridad con esos pueblos en sus justas aspiraciones libertarias.
Este 22 de octubre, los canarios volvemos a alzar nuestra enseña tricolor de siete estrellas para con la firmeza que nos avala la historia y la razón que nos da nuestra identidad nacional, reivindicar la libre determinación de nuestro futuro, disponer de todos nuestros recursos territoriales y económicos, además de preservar y promover nuestra cultura e historia frente al acelerado proceso de despersonalización que nos impone la maquinaria colonial metropolitana. En definitiva, queremos dotarnos de un auténtico gobierno de y para los canarios en el que, además, la clase trabajadora como mayoría social, asuma el papel dirigente que le corresponde. No son estas reclamaciones que puedan ser ignoradas por una u otra puntual circunstancia, sino que adquieren mayor vigencia a tenor del fracaso de todas las fórmulas de gobierno hasta hoy ensayadas en Canarias y de la postergación a la que continúa anclada nuestra nación.
Lamentablemente, no soplan aires optimistas en el País Canario para el pronto alcance de aquellos nobles objetivos. Junto a la ofensiva españolista de la que antes hablábamos, la autonomía como maniobra política para actualizar la explotación colonial que sufrimos, no ha traído consigo ni un gobierno reivindicativo que nos haga respetar ante Madrid, ni este sistema de gobierno ha propiciado una mejora de los derechos y libertades. Al contrario, y ejemplos recientes tenemos, el ejecutivo canario ha continuado asumiendo su vergonzante papel de siervo de España al tanto que los habitantes de nuestro país continúan encadenados a igual o peor nivel de embates, injusticias y carencias que, recordemos, son directamente proporcionales al salvaje saqueo de recursos económicos y naturales que realizan en nuestra tierra.
Los dramáticos indicadores sociales que se nos imponen y la miserable inversión por habitante con la que se nos castiga, se complementan con el mayor negocio que jamás había soñado España y sus satélites comerciales, adueñándose de los singulares beneficios que le proporcionan el negocio turístico y la localización estratégica de nuestras islas, cuantificados en unas ganancias que triplican las cifras reconocidas por la propia hacienda española.
Este 22 de octubre que se sobrepone y eclipsa la nefasta y ridícula conmemoración del 30 de mayo, tenemos también que referirnos a otras dos circunstancias que obstaculizan nuestra senda hacia el futuro de libertad: Por una parte, la aborrecible e indolente actitud de la burguesía dependiente de Canarias y su avaricioso cainismo empresarial, pero también, la falta de coherencia de las organizaciones nacionalistas canarias, sumidas en un proceso de diseminación y debilitamiento, hecho este especialmente grave cuando ante la actual campaña de recortes sociales y de libertades públicas, más necesaria se hace la suma de fuerzas y la unidad de acción.
Renovamos nuestra exigencia de ejercer el derecho de los canarios a decidir y de que se haga efectiva la dignificación social y laboral para los trabajadores de las islas, superando el doble reto de la opresión social y nacional que nos imponen. Será a partir de entonces, quiera o no el Estado español, cuando nuestra enseña de siete estrellas verdes ondeará libre junto al resto de banderas de las naciones que conforman la comunidad internacional.