Francí Xavier Muñoz
{mosimage}“La izquierda de este país no tiene remedio”, me decía un amigo esta semana. “Siempre desunida. Cuando más falta hace un Frente Popular como en el 34, cada uno por su lado. Me lo están poniendo difícil para votarlos”, culminaba su reflexión con un suspiro apesadumbrado. Y no sólo este amigo expresaba su desazón con el baile de formaciones de izquierda que quieren competir por algún escaño en el Congreso de los Diputados el próximo 20-D.
En mi entorno personal y laboral se asiste ahora con asombro a la eclosión de diversas formaciones que quieren arrebatar al PSOE el voto de izquierda alternativa que ese partido ya no representa para cientos de miles de ciudadanos progresistas. La sorpresa surge cuando todas esas formaciones se plantean que, de no darse una candidatura conjunta de confluencia, se presentarán a las elecciones por separado. “¿Para conseguir qué?”, dice mi amigo, “¿un diputado, como mucho, o perder los votos obtenidos en los restos del recuento que no dan para conseguir un escaño?”.
Además de Podemos, la izquierda alternativa cuenta ahora también con Izquierda Unida, Equo, Izquierda Abierta, Decide en Común, Somos Izquierda, Ahora en Común, Convocatoria Cívica, Unidad Popular en Común… a los que hay que añadir los partidos de izquierda que tienen implantación autonómica. Todo un guirigay, en expresión popular. Gaspar Llamazares, de Izquierda Abierta, ya ha advertido que su partido podrá integrarse en otra candidatura distinta a la que encabece o participe Izquierda Unida. En Equo sus militantes ya han decidido concurrir junto a Podemos. Militantes de este partido y de IU formaron recientemente Somos Izquierda, con la intención de conseguir esa ansiada confluencia entre ambas formaciones en alguna candidatura de unidad. Decide en Común también ha nacido recientemente, liderado o impulsado por exmilitantes del PSOE (Alberto Sotillos, Beatriz Talegón…) y activistas del 15-M (Fabio Gándara…). La plataforma Ahora en Común pretende liderar esa unidad de la izquierda pero, ahora, sus promotores se marchan, acusando a otros de instrumentalizar de forma partidista dicho espacio. Mi amigo dice: “El PSOE, el PP y Ciudadanos estarán disfrutando de lo lindo con este panorama que tenemos a la izquierda”.
Para colmo de males, ya es oficial la ruptura de negociaciones entre Podemos y el candidato de IU a la Moncloa, Alberto Garzón. Por lo que ha trascendido, Podemos hacía una oferta personalista a Garzón, siempre que se desvinculara de cierta “mochila”, lo que se puede entender por soslayar a IU en una candidatura liderada por Podemos. Sin embargo, en otros territorios (Galicia, Cataluña, Comunidad Valenciana…) parece que sí habrá confluencia entre Podemos e IU para las elecciones generales. ¿Cuál es, entonces, el escollo para que no haya un acuerdo a nivel estatal: la presencia de las siglas de IU en las papeletas; el candidato número uno por Madrid que, por costumbre constitucional, es el candidato a la Presidencia del Gobierno; la “mochila” del PCE dentro de la coalición IU? ¿Cuál ha sido el obstáculo para esa confluencia estatal entre Podemos e IU? Esta última formación ya dijo que las siglas no serían un problema y, desde luego, yo no veo tan difícil que IU renuncie como tal a presentarse a las elecciones generales y, en su lugar, lo hagan candidatos independientes (mejor de renombre) dentro de las listas de Podemos, por lo menos en las provincias más pobladas, que son las más proporcionales para la asignación de escaños al Congreso. No creo que IU viera con malos ojos esta fórmula, seguir presentándose como IU a las elecciones municipales, autonómicas y europeas, pero diluirse en candidatos independientes para las elecciones generales, facilitando así la confluencia con Podemos o, llegado el caso, con otros partidos en una candidatura de unidad popular. Juantxo López de Uralde, de Equo, ya ha instado a Podemos y a IU a que retomen las conversaciones para forjar esa unidad que reclaman amplios sectores de la izquierda de este país.
Por otro lado, Podemos insiste en que el debate no es tanto entre izquierda y derecha sino entre arriba y abajo, discurso que se entendía mejor hace un año que ahora, pues Podemos representó en sus inicios a los más afectados e indignados por la crisis económica, decepcionados por igual del PSOE y del PP. Ese discurso, que competía por hacerse un hueco entre ambos partidos o, incluso, superarlos, se ha visto ahora desbordado por la irrupción creciente de Ciudadanos que, tras las últimas contiendas electorales (Andalucía, Cataluña, municipales y autonómicas), ha arrebatado a Podemos la centralidad del tablero que esta formación quería representar. Se comprende el desconcierto que esto ha supuesto para el partido morado pues en la próxima campaña electoral habrá tres partidos (Ciudadanos, PSOE y PP) disputando el voto de centro -con más o menos perfil conservador o progresista- que es el que da y quita gobiernos en España. ¿Hay sitio para un cuarto partido en la centralidad del tablero? Quizá la percepción de que no lo hay y de que se abre un claro espacio a la izquierda es lo que ha llevado a la organización de Bases Podemos, una fracción crítica del partido morado que reclama la vuelta a sus orígenes en la defensa de los de abajo y a la izquierda, y que harán su presentación pública el próximo viernes 16 en Madrid.
Creo que Podemos tiene que replantearse su estrategia electoral y decidir por qué espacio ideológico compite, si por el centro o por la izquierda. Yo preferiría que fuera este último porque si opta por el centro tendrá que competir con Ciudadanos por la tercera posición en el ranking electoral nacional y tendría que fiarlo todo a las encuestas, ya que si éstas colocan de aquí a diciembre a Ciudadanos por delante de Podemos, el votante progresista, ese “socialista de corazón” al que apela siempre Pablo Iglesias, podría enfrentarse al siguiente dilema el 20-D: ¿Gobierno de Mariano Rajoy apoyado en Ciudadanos o Gobierno de Pedro Sánchez apoyado en Ciudadanos? Con Ciudadanos por delante de Podemos en las encuestas, ante esa tesitura, el “socialista de corazón” ¿a quién votaría, a Podemos o al PSOE? ¿Cuál sería el voto útil para un Gobierno de progreso? La contienda electoral va a estar tan reñida que un puñado de votos o de escaños a favor del PSOE o del PP van a legitimar a uno o a otro para formar Gobierno. Si las encuestas relegan a Podemos a la cuarta plaza, ¿no sería más lógico que el partido morado disputara entonces el voto de izquierda, aglutinado todo él en una sola candidatura de unidad popular?