Dr. José M. Castellano
{mosimage}La isla de San Borondón es uno los imaginarios históricos del Archipiélago canario. En estas mismas páginas hace unos años dedicamos un amplio recorrido a su leyenda, localización, representación cartográfica, expediciones de búsqueda, etc. Y por fin hemos encontrado a "Samborondón" fuera de Canarias, en Ecuador.
En cambio, el Samborondón ecuatoriano existe, es real. Es uno de los cantones que conforman la actual provincia del Guayas, aunque los orígenes de su denominación parece diluirse entre brumas y tormentas en torno a una leyenda recreada.
El nombre del cantón de Samborondón ha generado un gran debate en las últimas décadas a través de diversas teorías que intentan explicar su origen. Este artículo pretende simplemente exponer esas interpretaciones y aportar luz en esta discusión con nuevos fundamentos.
Teorías clásicas sobre el origen de Samborodón
El primer autor que aborda el origen de la denominación del cantón de Samborondón fue Luis Arias Altamirano. En su libro "Samborondón a través del tiempo", publicado en 1976, recoge varias teorías.
A partir de un acta del Cabildo de Guayaquil, fechada el 20 de mayo de 1650, señala que la denominación de esta zona ya se conocía con anterioridad y que pertenecía a Fermín de Asiaín (Alcalde Ordinario de Guayaquil), quien tenía a su servicio a un esclavo llamado Bartolomé Samborondón Rendón, que dará el nombre a la comarca.
Una segunda hipótesis, compartida también por los historiadores Ezio Garay Arellano y José Antonio Gómez Iturralde, plantea que el origen del nombre proviene desde tiempos inmemorables y se debe a la combinación de dos palabras: Zambo (término racial que define el mestizaje entre negro y amerindio) y Rendón, su apellido. Y que con el paso del tiempo (Zambo-Rendón) derivaría en Samborondón.
Un tercer planteamiento, defendido por Eduardo Estrada Guzmán y Ricardo Delcalzi, sugiere que la base del nombre de este cantón proviene de Saint Brendan, santo irlandés conocido en castellano como San Borondón.
No obstante, hay un aspecto que debemos resaltar y es que el propio Luis Arias en 1977, un año después a la publicación de su obra, comienza a cuestionarse su propio posicionamiento a partir de nuevos datos: por un lado, tras descubrir la existencia del topónimo Samborondón en Argentina y, en segundo lugar, por la información verbal proporcionada por un isleño sobre la leyenda de la isla de San Borondón en el Archipiélago canario. Intentó indagar esas nuevas líneas de investigación pero no pudo obtener resultados al respecto.
Estas son las cuestiones planteadas hasta la actualidad que intentan explicar su origen. Sin embargo, nos resulta difícil aceptar estos planteamientos por su endeblez argumentativa. A nuestro juicio existen otros indicios más evidentes que nos llevan a replantear un origen distinto. Y de este modo, proponemos una serie de razonamientos que de una forma u otra -vinculados o de forma independiente- arrojan bastante luz sobre este asunto.
El principal aspecto, que consideramos altamente relevante, viene dado por el globo terráqueo de Martín Behaim de 1492 que ubica a la isla de San Borondón a 60º al Oeste del primer meridiano, es decir, frente a las costas de Guayaquil.
Debemos referenciar, asimismo, que la ubicación física de esta isla mítica en los distintos mapas y portulanos sufrió constantes variaciones en función al conocimiento que se poseía de la superficie terrestre en cada momento histórico, pues ha sido situada en diferentes zonas: Terranova, Islandia, islas Feroe, Caribe, islas Canarias y Ecuador.
Y en este sentido debemos apuntar que el conocimiento del territorio siempre ha sido una constante preocupación del hombre a lo largo de su historia. Sin duda, el descubrimiento del Nuevo Mundo y las expediciones posteriores producen un avance significativo en ese conocimiento. No obstante, los cartógrafos continuaron reflejando en sus trabajos tanto la realidad física del espacio como los elementos mitológicos y leyendas que conformaban el imaginario grecolatino, la cosmovisión y mentalidad religiosa medieval de evangelización y la búsqueda del paraíso terrenal. Y durante la fase de expansión atlántica en los siglos XV y XVI estas ideas contribuyen a estimular expediciones de reconocimientos.
Otro elemento sustancial a introducir en este análisis es la existencia de una campana de bronce de 1694 (custodiada actualmente en el Museo Municipal de Guayaquil), que formaba parte de una antigua capilla establecida en la zona, y que contiene una inscripción con el nombre de Samborondón. Este dato nos habla de una vinculación directa entre la denominación de la zona y el mundo religioso. Y si a ello, añadimos la costumbre general en la época de la advocación a un santo protector y se relaciona, además, con el segundo nombre con que fue bautizado el esclavo Bartolomé (San Borondón, Santo de los Marinos en Aprietos) nos lleva, sin necesidad de recurrir a argumentaciones forzadas (como la del Zambo-Rendón), a una explicación más verosímil y natural.
La situación geoestratégica de Canarias y su influjo
El papel geoestratégico del Archipiélago canario, como último puerto de escala de las embarcaciones que se dirigían al Nuevo Mundo, y la archiconocida leyenda de la Isla de San Borondón debieron ejercer, también, una gran influencia en la difusión de ese imaginario, al tiempo, que contribuir a la designación de esta comarca ecuatoriana. Además, si fuera cierto, el dato proporcionado por el historiador José Antonio Gómez Iturralde sobre el origen canario de Fermín de Asiaín sería otro elemento a tener muy en cuenta.
Este es otro rasgo esencial por dos cuestiones básicas: primero, porque su grafía es exactamente idéntica al cantón ecuatoriano. Esto, en cierta manera y en buena lógica, rechaza casi de forma definitiva la teoría del Zambo-Rendón que, por otra parte, tiene una explicación sencilla derivada de una mala o errónea transcripción. Y, en segundo lugar, viene a reafirmar la influencia de ese imaginario colectivo. Pues, la denominación de esa Bahía se debe a los propios miembros de la expedición de Magallanes, quienes consideraron que su formación fue el resultado del desprendimiento de su superficie que dio origen a la isla de San Borondón.
Otro elemento a considerar -aunque en menor medida- puede ser su propia ubicación geográfica y su medio natural, es decir, un cerro elevado en medio de la llanura de un aluvión con una vegetación rica, frondosa y productiva con varias cosechas anuales. Unas características similares a las descripciones realizadas sobre la isla de San Borondón. Y junto a ello debemos resaltar otro punto de conexión interesante, como es la consecuencia de las inundaciones en la zona que daba lugar a un efecto visual de una isla que aparece y desaparece como la propia isla de San Borondón, como veremos en próximas entregas.
CONCLUSIÓN
En definitiva, esta aportación tiene como única finalidad ofrecer una reflexión argumentada sobre el origen de la denominación del cantón de Samborondón. Es evidente que los pueblos se construyen a través de la tradición pero también a bases de leyendas y mitos. Y somos conscientes que la sociedad samborondiana posee un grado de concienciación identitaria fuerte y definida con respecto a la teoría del Zambo-Rendón. Pero es, también, indiscutible que no se puede rechazar, negar, ni relegar los hechos históricos fehacientes y sus argumentaciones consistentes.
Y por otro lado, todo ello nos habla del papel desempeñado por los canarios en estos últimos cinco siglos como agentes de intermediación en la conformación de las sociedades de "Nuestra América". Y como decía Braudel "la gran historia pasa frecuentemente por las islas", pero ello no justifica, en manera alguna, ese sentimiento de ombliguismo isleño tan arraigado en esas peñas Atlánticas.