Los apicultores son el gremio que menos padece de enfermedades como reúma, artrosis, inflamación de la glándula tiroidea…
{mosimage}{mosimage}Audio de la charla
SB-Noticias.- La apitoxina genera reacciones bioquímicas en el organismo que potencian el sistema inmunológico, actúa sobre las glándulas suprarrenales produciendo cortisol endógeno -un poderoso antiinflamatorio- y también endorfina, un analgésico natural, afirmó en una charla celebrada en la Sala San Borondón el apiterapeuta Ramón Hernández, para quien el sistema no potencia estas terapias alternativas-naturales porque no le interesa al negocio farmacológico químico.
Tras realizar un breve repaso por la larga historia de la apiterapia, una medicina ancestral de la que los clásicos griegos se hicieron eco en sus escritos, sabiendo que Hipócrates y Galeno trataban pacientes con la apitoxina, explicó que descubrió la Apiterapia de niño cuando ayudaba a su padre con las colmenas, ya que notaba que cada vez que su padre tenía una dolencia, éste se ponía una abeja en el lugar donde tenía el dolor para que le picara y se curaba.
Su interés en este campo le hizo estudiar e investigar hasta llegar a titularse como Apiterapeuta y hoy en día combina la acción conjunta de las picaduras de abeja, con el complemento y apoyo de otros productos apícolas como son el polen, el propóleo, la jalea real o la miel.
Afirmó que el tratamiento no es costoso y aconseja tomar productos de la colmena, como la jalea real, la cera o las larvas de zángano, que son una especie de viagra natural, no en vano estimulan al hombre y aumentan la libido en la mujer. En este sentido, destaca el propóleo, un polímero resinoso que extraen las abejas de los brotes de resina de algunos árboles y transportan a la colmena para crear un ambiente adecuado de temperatura, humedad y limpieza.
Las propiedades farmacológicas de la apitoxina se deben a su composición a base de melitina, adolapina, apamina, o fosfolipasa, entre otros. Todos estos componentes presentan características antitumorales, antibacterianas, antifúngicas y antiinflamatorias. El veneno de las abejas produce cortisol endógeno (cien veces más potente que la hidrocortisona sintética), incluso es más poderoso que la propia penicilina. Tiene acción calmante 80 veces mayor que la morfina, mejora la circulación sanguínea y reduce la presión arterial.
{mosimage}Su utilización en terapias frente a enfermedades inflamatorias como la artritis o degenerativas como la artrosis es bien conocida, además de usarse en la curación de otras dolencias ya sea fibromialgia, gota, hernia discal, tendinitis, depresión, esclerosis múltiples o soriasis. Se ha constatado, por ejemplo, que los apicultores no padecen enfermedades articulares y si las tienen son de carácter leve.
Para la terapia se traslada a La Laguna todos los martes, concretamente a Barrio Nuevo, y allí atiende a sus pacientes colocando las abejas sobre la zona a tratar 'y ella sola busca dónde picar, porque las abejas son acupuntoras por naturaleza: pican donde hay un bloqueo energético que ellas asumen como una agresión y, en el cien por cien de los casos, son puntos de acupuntura'.
Los interesados en estos tratamientos pueden ponerse en contacto con el terapeuta a través de la web www.apiterapiatenerife.es/
Sólo un 2% de las personas padecen una elevada sensibilidad al veneno de las abejas, incluida la apitoxina, aunque no hay que confundir la alergia con el enrojecimiento, un pequeño edema y el aumento de temperatura local que son perfectamente normales. La picadura genera un ligero escozor perfectamente soportable que dura menos de un minuto. Además, para aquellas personas que le tienen fobia a las agujas y a las abejas o incluso para que a los niños no les resulte traumático, existen pequeños apósitos suaves y ligeros de consistencia similar al fieltro llamados Stipers, compuestos en un 97% de dióxido de silicio cristalizado a los que se les añade pomada de apitoxina, que se colocan en los distintos puntos de acupuntura y funcionan parecido que las picaduras, pero sin agujas.