Francí Xavier Muñoz. Diplomado en Humanidades y en Gestión Empresarial
{mosimage}Parece que la ola de calor que hemos sufrido los españoles hubiera fundido las expectativas irradiantes de las dos nuevas formaciones políticas que, hace apenas unos meses, amenazaban a los dos grandes adalides del bipartidismo, PSOE y PP. Después de las elecciones municipales y autonómicas, y después del giro de los acontecimientos en Grecia, la intención de voto para Podemos y Ciudadanos se estancaba, manteniéndolos en unos distantes tercer y cuarto puesto de la lista de partidos favoritos, frenando en seco así sus aspiraciones de ganar en breve unas elecciones generales.
Particularmente, a esa bolsa de votantes que vuelve al PSOE o que se quedará en casa sin ejercer el derecho al voto en las próximas elecciones generales, hay que sumar, creo yo, una parte de votantes sorprendidos y decepcionados por el giro de ciento ochenta grados que dio el primer ministro griego, Alexis Tsipras, a su programa electoral y de gobierno, y que ha vertido un jarro de agua fría en ese electorado de izquierdas que, sinceramente, esperaba con ansiedad y desesperación la llegada de Syriza al poder para demostrar que otra política era posible y que Grecia sería la avanzadilla de un frente anti-austeridad en Europa. En cierto modo, esa era también la estrategia que tenían todos los gobiernos neoliberales de la eurozona porque sabían que si apretaban bien las tuercas al Gobierno de Syriza y le ganaban el pulso, derrotándolo, se cercenaría de raíz el contagio del frente anti-neoliberal a otros países rescatados o en vías de rescatarse, especialmente a los países del euro-sur (Italia, España y Portugal). Paradójicamente, Syriza, al formar Gobierno en Grecia, había traído a la izquierda alternativa, no liberal (en la que no está ningún partido clásico socialdemócrata) ese aire de novedad e ilusión para la creación de un frente europeo contra los recortes que le doblara el pulso a los grandes poderes financieros que, en realidad, gobiernan la eurozona a través de sus testaferros políticos, los consejos de ministros neoliberales. Probablemente, en algunos de esos gobiernos sobrevoló el recuerdo del ciclo mediterráneo de las revoluciones liberales de 1820, que se iniciaron en España y se extendieron a Portugal, Italia y Grecia. Había que evitar, por tanto, el contagio de los impulsos revolucionarios de los pueblos europeos del Mare Nostrum. Y lo han conseguido.
En el rostro demudado de Pablo Iglesias o Alberto Garzón se vislumbraba el daño colateral que la traición o derrota de Tsipras, como quiera verse, iba a hacer a toda la izquierda alternativa europea, porque muchos de esos votantes esperanzados en nuevas opciones políticas de izquierda morderían ahora el polvo de la arena del coso donde se dirime la correlación de fuerzas entre poder político y poder financiero en la eurozona. Somos muchos los que llevamos años reclamando un frente anti-neoliberal de toda la izquierda alternativa europea, un frente que se visualizara en una coalición política que traspasara la frontera del Parlamento Europeo y se extendiera por todos los países de la eurozona, especialmente en los del euro-sur. Pero ni partidos ni sindicatos han hecho de la lucha contra la austeridad una bandera europea para ser ondeada al unísono en todos los países afectados por la crisis de deuda. Antes al contrario, han seguido cada uno a lo suyo, rebajando a cuestión nacional lo que hace mucho es exclusivamente cuestión europea, ya que la soberanía financiera hace tiempo que dejó de pertenecer a gobiernos y parlamentos nacionales. Ése es el reto para la izquierda alternativa, explicar a los ciudadanos cómo van a recuperar los Estados de la eurozona la soberanía financiera que los mercados les ha robado. Y, ahora, mientras la izquierda alternativa se recupera del mazazo que ha asestado Alexis Tsipras a sus expectativas electorales, la izquierda liberal (antigua izquierda socialdemócrata) se prepara para presentar un plan de reforma de la Unión Europea que invierta (supuestamente) la deriva de asianización a la que nos han conducido las políticas neoliberales. Esa izquierda liberal ya está echando las redes de pesca en los caladeros de votos de izquierdistas radicales decepcionados con Syriza. Que se ande con cuidado la izquierda alternativa y que se ponga las pilas pronto. De lo contrario, el frente europeo socialista que se avecina le ganará la batalla de la realpolitik.