{mosimage}Ante la indignación general por la posibilidad de que Josefa Hernández Goez, una señora vecina de Campo Viejo en Betancuria, entre en prisión en Lanzarote por la construcción de su vivienda, donde reside con su hija discapacitada, su hijo en el paro y tres nietos, por un delito contra la ordenación del territorio, José Manuel Rivero, abogado y analista político, hace una lúcida comparación entre las distintas "bara de medir" de la justicia ante dos delitos similares: el de esta humilde señora y del también condenado Miguel Angel Ramírez, a quien se le indulta y se le conceden medidas de gracia para que no ingrese en prisión:
"A pesar de haber sido condenado a tres años y un día de prsión por delito contra la ordenación del territorio. En uno y otro caso, parece que la "justicia" se levantó un poco, en un momento de "mordaza", la venda que tapaba sus ojos y vió a que clase social pertenecian la mujer y el hombre; volvió a taparse los ojos y dictaminó: Para una, la mujer, con la mano derecha y el pulgar hacia abajo y para el hombre, que lució la medalla "al mérito militar" el pulgar de dicha mano volteó hacia arriba cuando, de igual forma que la reo anterior, se pronunció su nombre.
Cuando la justicia se imparte en "nombre del Rey" suceden estas cosas. La Libertad, la Igualdad y la Fraternidad todavía no han llegado , con el "viento del pueblo" en el barquito de dos proas de Pedro Lezcano, a las costas de Canarias. Las campanas "de Vegueta" ya estån doblando por la injusta "muerte de la libertad" decretada de la mujer. Y un domingo de un dîa que no quiero acordarme, a las cinco de la tarde, todas las gradas del público del estadio de Gran Canaria, estuvieron vacías, a pesar de los llamamientos a acudir de un carrusel deportivo, porque se disputaba el encuentro la UD Las Palmas y el FC. Barcelona, ėste con Messi. Los "indignados" por la libertad de Miguel Angel Ramìrez y por la injusticia dictaminada contra la mujer, habían ganado la batallla de protestar, por ambos hechos que dicen de justicia,dejando vacío de público el estadio en ese encuentro futbolero.
Bueno, en fin, esto último fue un sueño de una noche de verano. Me desperté de ese sueños con el ruido de los grilletes que estaban probando y que tenían destino a la mujer, abuela de una de las plazas de Canarias.
Ojalá, dice Silvio desde la Habana, a cuyo deseo me sumo, esta mujer sea indultada por el pueblo y no entre en la cárcel, que nos recuerda a otra injusticia novelada ocurrida en el "castillo de la isla de If". YA ESTÁ BIEN. La paciencia tiene un límite".