Vicenç Navarro. Público
{mosimage}Una de las características de la dictadura que este país vivió durante casi cuarenta años fue la extraordinaria corrupción que había en las autoridades públicas del Estado español, tanto a nivel central como regional y municipal. Tal corrupción era intrínseca al sistema dictatorial, carente de las más mínimas normas democráticas, y sin unos medios de información democráticos que denunciaran los casos de corrupción, que eran consecuencia del maridaje y complicidad de las autoridades públicas con grupos de interés económicos y financieros, que compraban a personajes de la vida pública, haciendo lo que les daba la gana con plena impunidad.
El coste de dicho maridaje fue enorme. A nivel municipal, la dictadura destrozó barrios enteros, sin ningún freno, saltándose las escasas normas que existían para proteger el ambiente urbano. Uno de los casos más claros fue la destrucción de amplios sectores de una de las zonas más preciosas del Mediterráneo: la Costa Brava, que se extiende desde Blanes en el sur hasta Cadaqués y el Port de la Selva en el norte, donde los Pirineos se encuentran con el Mediterráneo. Paisajes de una enorme belleza fueron destruidos con construcciones que rompían con cualquier criterio estético. El caso más conocido en la Costa Brava fue el de Lloret de Mar, que pasó de ser una de las poblaciones costeras más bonitas de España a una de las menos atractivas, por su masiva edificación, sin ningún cuidado en respetar el paisaje. Tal población se convirtió en el supermercado turístico de la parte sur de la Costa Brava, lo que rompió no solo con la cohesión de aquel pueblo, sino con la placidez, belleza y bienestar que caracterizaba aquel rincón de Catalunya.
La democracia permitió mejorar algo esta situación, pero no tanto como habría sido de desear, pues la Transición de la dictadura a la democracia se hizo, también en Catalunya, en términos muy favorables a las derechas, que continuaron ejerciendo una enorme influencia sobre los aparatos del Estado, incluyendo el municipal. Una situación de la que no se es plenamente consciente en el resto de España es que Catalunya ha estado gobernada por las derechas catalanas (hasta hace poco, por la coalición de un partido liberal, Convergència Democràtica de Catalunya –CDC-, y un partido muy conservador ligado a la Iglesia, Unió Democràtica de Catalunya –UDC-) durante la gran mayoría del periodo democrático (el 80%) desde la restauración del autogobierno. En realidad, las estructuras de poder municipal en las pequeñas poblaciones han cambiado muy poco, lo que ha sido proyectado, por los medios controlados por las derechas, como el “oasis catalán”, cuando en realidad era – como se ha demostrado recientemente a raíz del caso Pujol – un charco putrefacto. La lista de escándalos y corrupción llevada a cabo por esa coalición ha sido enorme.
Dichas corrupción ha sido larga y repetitiva, y solo recientemente se han ido conociendo. El caso más reciente es el escándalo de Lloret de Mar, donde (¡por fin!) se ha llevado a los tribunales a parte del equipo municipal de tal población, perteneciente al partido dominante dentro de la coalición, el partido liberal CDC, por sus conexiones con el mundo empresarial ruso (que está, por cierto, comprando enormes extensiones y propiedades en toda la Costa Brava). La creación de grandes fortunas en Rusia, como resultado de la enorme corrupción en el Estado ruso, tiene su traducción en que hoy capital de aquel país, con orígenes desconocidos, está comprando y destruyendo, una vez más, la Costa Brava. El último episodio es la compra por parte del empresario ruso Andrei Petrov en Lloret de Mar de una amplia extensión en una de las partes más antiguas y con mayor tradición (Plaça dels Braus) de dicha población, para construir un parquin para un supermercado. El que era alcalde, de CDC, que había tenido siempre el apoyo del presidente Mas y del Conseller de Empresa y Ocupación, el Sr. Puig, estaba en el centro del escándalo. El Triangle, una de las poquísimas voces críticas en el panorama mediático catalán, ha documentado las conexiones entre el Ayuntamiento de Lloret, corrupto hasta la médula, y la mafia rusa, y su impacto en la Costa Brava del sur.
La lloretización de Cadaqués
Pero esa destrucción está teniendo también lugar en Cadaqués, en el extremo norte de la Costa Brava, uno de los paisajes de mayor belleza en el Mediterráneo. En realidad, la riqueza de los colores de aquella región explica que fuera en los años treinta un lugar de concentración de grandes pintores, desde Dalí y Miró hasta Picasso, entre otros.
Un punto central de esta población era el Hotel Rocamar, conocido por su diseño clásico y elegante, dentro de un estilo austero sin pretensiones, y con unas vistas sobre la bahía de Cadaqués de una belleza extraordinaria. No era un hotel de lujo, sino un hotel cómodo y con espectaculares vistas a Cadaqués y al mar. Era, sin lugar a dudas, un punto de referencia en esa población. Pues bien, lo han destruido completamente, y tal hotel ya no existe. En su lugar, un potentado ruso, que lo ha comprado y lo ha derruido, va a construir un hotel de súper lujo, con su casino, lo que va a destruir el paisaje y a cambiar Cadaqués a peor, como ya ha pasado en Lloret. Va a ser la lloretización de Cadaqués. Todo ello se pactó durante el periodo de gobierno de CDC, el mismo partido que ha gobernado Catalunya durante la gran mayoría del periodo democrático.
Para los que conocimos Rocamar y amamos la buena gente de aquel pueblo, lo que está sucediendo en Cadaqués va incluso más allá de un acto de destrucción del paisaje. Ni que decir tiene que el estamento comercial (que tiene una enorme influencia en el ayuntamiento, siendo su voz política CDC) lo celebra. Pero toda persona que no esté ligada a estos intereses lo lamenta profundamente, y todo ello ha ocurrido con el apoyo y complicidad de la derecha catalana, el partido liberal CDC. Y para mayor INRI, tal partido, que se define como nacionalista catalán, se presenta como el gran defensor de Catalunya, cuando en realidad la está destruyendo.