Nieves Rodríguez Rivera
{mosimage}Ayer le dieron una paliza a una mujer que conozco. Su novio mientra la golpeaba decía que era una puta. Pasa todos los días aunque tú no lo creas. Hace unos días dos mujeres fueron asesinados por sus ex parejas. Ocurre cada día. Más de 66 mil mujeres, tan sólo en cifras “oficiales”, son asesinadas cada año en todo el mundo. Esto se llama feminicidio.
Aunque tú no lo veas.
To das somos putas. También la mujer que abandonó a su hijo un basurero por no poder abortar. El marido queda exento de culpa alegando que no sabía nada, que él no la había amenazado con que no podían permitirse más hijos. Nunca nadie sabe nada cuando se trata de escurrir el bulto.
La maternidad aún es cosa de mujeres, la desigualdad también.
Conozco a una mujer que tiene miedo a su marido, que ha perdido la fuerza y la dignidad como persona y denunciar. Hace apenas unos años cuando ibas a la policía a denunciar el policía te decía que te fueras a tu casa. Si lo contabas en la casa de tus padres este igual te daba otra paliza. Ahora si eres un alto diputado también sales absuelto.
Conozco a una mujer que fue violada y no dijo nada. También sé a causa de muchas mujeres que callaron o fueron calladas para siempre.
Conozco a hombres de izquierdas, intelectuales, comprometidos socialmente que son machistas en su intimidad.
Sé de sindicalistas, comunistas, anarquistas que piensan que aún hay tareas de hombres y de mujeres.
El patriarcado, que no es más que la superioridad del sexo masculino sobre el femenino produce esto: desigualdades, económicas, sociales, ideológicas que vuelven vulnerable a las mujeres frente a este mal.
El patriarcado está en todas las clases sociales, atraviesa toda las ideologías, recorre las venas de nuestra sociedad como un cáncer que estrangula tanto a hombres como a mujeres.
Y sin embargo, de diez mujeres sólo tres denuncian el maltrato.
Miedo, vergüenza y no querer perjudicar al agresor son los motivos que lo explican: Vergüenza a "reconocer las cosas que han tolerado" y miedo a la pareja.
Todas coinciden en que no quieren sentirse responsables de su ingreso en prisión ni que sus hijos o familia se lo reprochen.
Y todas quieren vivir tranquilas. Pero algunas no lo contarán más.
No. No somos putas. Aunque algunos aún lo crean. Sólo quería que leyera esto hasta el final.