Nieves Rodríguez Rivera
{mosimage}Que esta es una sociedad machista, nadie lo duda. Aunque nadie, en su sano juicio se declararía como tal si se lo preguntaran. A pesar de eso, nuestra sociedad continúa siendo poderosamente machista. Hay todavía insertos en nuestros hábitos sociales, en los medios de comunicación y en toda nuestra sociedad ocultos micromachismo difíciles de percibir para una gran mayoría y que sin embargo, nos retrata como a una sociedad todavía anclada en el pasado.
Un ejemplo común es el tratamiento que hace la prensa habitualmente y sin reparos en los temas relativos a la mujer y su rol en la sociedad. Recientemente, ha salido en los medios una noticia relativa a dos políticos en el candelero, acusados de maltrato de género y abusos de menores, respectivamente.
En los distintos medios se inciden, en la personalidad y razones de la víctima, vertiendo todo tipo de comentarios machistas relativos al revanchismo, rencor o el tiempo transcurrido de las supuestas víctimas. Se deja entrever entre los comentarios, el oportunismo de la presunta víctima a la hora de sacarlo a la luz en estos momentos tan importantes para los encausados, olvidándose en cualquier caso de lo que importa, seguramente no a efectos políticos ni mediáticos: las presuntas víctimas.
El derecho a la presunción de inocencia de los denunciados no debería como consecuencia revertir en el menosprecio de los derechos fundamentales al honor de las presuntas víctimas, casi siempre mujeres. Y esto se hace, más de lo aconsejable, en los medios cuando se trata de una figura pública, ya sea para salvaguardarse de futuras denuncias por parte del mismo, ya sea porque apelar a la razones insidiosas de la mujer y sus malévolas intenciones es un aspecto más de los miles de micromachismo cotidianos que nos rodean.
Atacar a la presunta víctima, insinuar oscuros objetivos, aventurar la posibilidad de un rencor personal hacia el acusado, son algunos de los sexismos más comunes en los medios de comunicación. Estos días he podido leer entre otros comentarios “que la mujer estaba borracha” “ o que “sentía rencor hacia el político” “o sufría de trastornos de ansiedad e histerismo”, estas y otras lindezas son expresadas gratuitamente sin tener en cuenta las connotaciones sexistas que encierran y el menosprecio a la mujer.
El machismo en nuestra prensa diaria no es sino un reflejo más de lo que hay, si embargo, los medios deberían ser pioneros en un uso del lenguaje igualitario para seguir avanzando en su erradicación. Victimizar a las victimas, como si estas debiesen justificar su denuncia, es sólo hacerlas sentir doblemente victimizadas, esta vez por los medios de comunicación y con el asentimiento de todos.