Carlos García. Médico. Miembro de Intersindical Canaria
{mosimage}Empezaré diciendo que estoy profundamente cabreado. También indignado, frustrado, cansado y muchas otras sensaciones negativas en contra de la actitud y de la postura de los ciudadanos de Canarias.
Los canarios se han acostumbrado a que los políticos, los representantes sindicales o los profesionales les arreglen sus problemas, olvidando el protagonismo que deben tener en una democracia, olvidando que este sistema político se sustenta en el pueblo, que debe mantenerse en primera línea de su funcionamiento haciendo oír su voz y su palabra y no solo sentirse importante cada cuatro años para ejercer un voto que, a todas luces no es nada, pues luego se tergiversa o manipula en función de una ley electoral totalmente caduca y que no se sostiene en los momentos actuales; y es que olvidan el gran poder que tienen los ciudadanos en sus manos en relación a los gobiernos y a los políticos.
A los ciudadanos de las islas lo que los convoca son las fiestas de carnavales, las noches en blanco, los tenderetes y las romerías a las que acuden por decenas o cientos de miles a los lugares de convocatoria, debiendo ponerse ayudas y refuerzos a los transportes públicos y habilitando medidas excepcionales para poder soportar la avalancha humana que a ellas acuden.
Por eso digo que estoy cabreado. Porque para algo tan básico como la salud o la sanidad, ninguno asiste, les da igual y solo acudimos los profesionales sanitarios, médicos, enfermeras, auxiliares y los representantes de los trabajadores, los sindicatos, las asociaciones de la sanidad pública, los colegios profesionales…..Pero….¿donde puñetas estaban los ciudadanos…donde los 300.000 parados sin trabajo….donde el 50% de los jóvenes sin empleo….donde los jubilados…..donde los familiares de los ancianos con dependencias….donde los usuarios que se quejan de las listas de espera y de que soportan largas horas en los servicios de Urgencias….donde los que llevan meses y años a la espera de una consulta, prueba diagnóstica o intervención quirúrgica…. donde estaban los que engrosan las listas de pobreza, los que pasan hambre, las familias con niños que no comen bien y están desnutridos….donde los que tienen problemas de pacientes con drogadicción o enfermedades mentales……donde los que con incapacidades médicas no cobran lo que deben …..donde los desahuciados de sus viviendas y que no tienen donde vivir….donde los que no pueden costearse sus tratamientos médicos……
Y es que nos hemos convertidos en cómodos, donde todo nos resbala, convertidos en unos “gandules sociales”. Y por todo eso muchos nos indignamos, nos frustramos, nos aburrimos de seguir dando la cara, de levantar la bandera de la denuncia ante las injusticias, de predicar en el desierto.
En mi caso personal, un médico ya jubilado de la sanidad pública, con la vida resuelta y sin grandes problemas para acometer lo que he descrito, me sorprende sobremanera no ver una respuesta popular que apoye estas reivindicaciones que van en beneficio de la mayoría, de los ciudadanos y de su bienestar, y me pregunto si seguirá valiendo la pena seguir en la lucha y en primera línea cuando no hay respaldo de las personas que defiendes e intentas proteger.
Pero de lo que no cabe duda es que, de ahora en adelante, no daré ningún tipo de crédito a quién se queje de lo que ocurre en las Urgencias Hospitalarias o de que lleva tanto tiempo a la espera de una solución a sus casos de enfermedad.
Entonces me acordaré de que a las manifestaciones de protestas ciudadanas no se acude; me acordaré de que para las próximas fiestas del Cristo o del Baile de Magos de Santa Cruz, las calles se llenarán de los mismos que luego critican que la sanidad en Canarias no funciona.
Y entonces, como en las parábolas, me acordaré de aquello del llanto y crujir de dientes y les recomendaré que a llorar al Valle.
Y es que, lo lamento, estoy muy cabreado con esto.