La organización acusa al jefe al mando del buque militar de un delito de imprudencia grave
{mosimage}{mosimage}Audio de la entrevista
En noviembre de 2014 un grupo de activistas de Greenpeace iniciaba una protesta contra las prospecciones petrolíferas en Canarias, en la zona en la que Repsol y el Gobierno español iban a comenzar a perforar. Diecisiete activistas iban a bordo del barco Arctic Sunrise, de la organización ecologista, y el resto viajaba a bordo de tres lanchas cuando sobre las 7.00 fueron embestidos por dos embarcaciones militares.
Por su parte, el Ministerio de Defensa justificó en su momento su actuación alegando que "la defensa de los intereses vitales y estratégicos de España es un objetivo primordial de la Seguridad Nacional, y la libertad de explotación de los recursos energéticos disponibles debe considerarse en ese ámbito”, informa Juana Viudez. Además, añadieron que el grupo ecologista había intentado abordar el buque de Repsol.
Tres personas resultaron heridas, según la denuncia. La más grave, Brunetti, acabó en el agua tras el tercer choque y sufrió una fractura de tibia por la que tuvo que ser operada en dos ocasiones. La activista aún no se ha recuperado de las heridas sufridas tras el incidente y continúa en rehabilitación. Francesco Diplomatico sufrió un traumatismo en la mano izquierda y Francisco del Toro politraumatismos, también como consecuencia del choque.
Dos de las tres lanchas de Greenpeace quedaron "gravemente dañadas", asegura la denuncia, en la que se calcula que los daños materiales del choque ascienden a 4.380 euros, según una valoración pericial. "Fue desproporcionado, una acción de violencia gratuita", explica Julio Barea, portavoz de Greenpeace que viajaba a bordo del Arctic Sunrise cuando se produjo el choque. "Lo que nos sorprendió fue la violencia con la que trataron de detener una acción pacífica y la contundencia con la que fueron atacadas las lanchas", sentencia Barea.