EL BAR DE PEPE
Joaquín Hernández
{mosimage}El caso de la capitán del ejército de tierra español, Zaida Cantera, es noticia más por el revuelo informativo que se produce en el programa de Jordi Evola que por la noticia en sí. Con esto no quiero decir que no sea noticiable el caso, ni mucho menos que no deba informarse al público en general del acoso a la mujer en cualquier estamento, ya sea militar como civil.
Lo que quiero decir es que desgraciadamente el caso de la capitana Zaida es más común de lo que desearíamos todos y cuando digo todos me refiero a nosotros y a ellas. El asedio de un jefe militar a una mujer subordinada por el mando es tan natural como el de un empresario a una secretaria, o de un tendero a la empleada, o el de un alcalde a una concejala del Ayuntamiento del lugar, la diferencia se encuentra en la legislación por la que se juzga al culpable. Algunos hombres no distingue cuando no debe pasar la delgada línea roja que va desde el halago al insulto grosero y tosco en su comportamiento con la compañera de trabajo si a eso le añadimos que no acepta la negativa como respuesta tenemos un acosador en potencia.
Decía que la diferencia de la capitán Zaida está en que en el ejército, no sólo el español, en materia judicial ellos se lo comen y se lo guisan solos. El calvario a la que se vio sometida Zaida por un energúmeno machista, fue indigno de un coronel de las Fuerzas Armadas Españolas y deja secuelas en todo el estamento militar, aunque no ha sido el primero ni será, desgraciadamente, el último; conforme baja el escalafón los riesgos de este tipo de hechos se multiplican. “El Tribunal Militar Central dictó una sentencia sin precedentes: condenó a un coronel a dos años y 10 meses de prisión por un delito de “abuso de autoridad” y “trato degradante” a una capitán que estaba a sus órdenes”.
La sentencia declaró probado que el coronel actuó con “grave menosprecio de la condición femenina de la víctima” y que sus actos (tocamientos, insinuaciones, etcétera) eran “claramente atentatorios de su libertad sexual”.
La condena del coronel, ratificada por el Supremo, no supuso el fin del calvario sufrido por la capitán. Al contrario, fuentes próximas a su defensa aseguran que ha sido objeto de una persecución impulsada por antiguos amigos o compañeros de promoción del condenado”. Si denigrante fue la actitud del coronel condenado (la condena impuesta fue inferior a la que podría suponer la expulsión del militar si ésta hubiera llegado a los 3 años de prisión) la de sus compañeros de filas es asquerosa y nauseabunda cuando en lugar de criticar la actitud del jefe acosador hacen causa común con él y siguen persiguiendo a la capitana, tanto es así que después de la sentencia fue sometida a un Informe Personal de Calificación extraordinario, pocos meses antes había pasado dicho informe con calificaciones de brillante, que luego en el segundo y “extraordinario IPEC” pasaron a ser muy deficientes.
Cuando todo el mundo presumía de la integración de los miembros de las FAS en la sociedad, apartando la imagen de ejercito al servicio de la dictadura franquista y sustituyéndola por un la de un moderno y eficaz ejercito destinado a salvaguardar nuestra paz y servir de nexo con pueblos del mundo oprimidos por el terror del islamismo, resulta que en su interior no se renueva el concepto de ejercito de hombres y sólo para hombres. El tema de la nueva teniente O´Neil española es digno de un estudio a fondo para que se estructure la justicia militar, de tal forma que pueda dar una respuesta contundentemente fuerte y dar ejemplo a futuros jefes para que dejen de pensar más con el pene que con el cerebro. Sobre todo y generalizando, los hombres debemos aprender que cuando la mujer dice NO quiere decir NO.