Juan Torres López. El País
{mosimage}El reconocimiento que Mariano Rajoy acaba de hacer en su viaje a Grecia del presidente Samarás es muy significativo porque su partido, Nueva Democracia, ha gobernado ya muchos años en Grecia y sabemos cómo lo hace.
En abril del año pasado sus dirigentes declararon haber acabado la crisis y que se iniciaba el camino hacia el crecimiento. Para ellos, y parece que también para Rajoy, lo importante es “la vuelta a los mercados”, como dijo entonces Angela Merkel, sin tener en cuenta lo que ocurra en la economía real y en la sociedad.
Según Unicef, en un solo un año de gobierno de Samarás hubo 493.000 niños más en situación de pobreza. Las reformas que aplaude Rajoy han hecho que el 34,4% de los hogares y el 60% de los pensionistas griegos sean pobres, que el 42,5% de quienes sostienen los hogares consideren que en 2015 no podrán costear sus gastos diarios, que un 35,4% se declare incapaz de pagar los impuestos y que solo un 9% de todos los parados (1,2 millones) cobre subsidio de desempleo.
Y con los recortes de Nueva Democracia que Rajoy bendice hay ya un tercio de la población griega sin atención sanitaria y miles de profesores, maestros y otros funcionarios en la calle. Eso sí: según el banco UBS, 505 personas han acumulado en Grecia una fortuna equivalente al 30% del PIB.
Rajoy felicita a los dirigentes de un país que habiendo recibido unos 360.000 millones de euros (dos veces su PIB) lo han empobrecido en un 30% y han hecho que su PIB baje un 25% al haber dedicado el 70% de esa cantidad a convertir la deuda privada en pública y a pagar esta última y un 20% a dar ayudas directas a la banca. Y nuestro presidente considera “valiente” a quien ha privatizado a bajo precio y en medio de grandes corruptelas una gran parte de la riqueza y los recursos naturales y materiales de su país.
La apuesta griega de Rajoy deja claro cuál es su modelo.