Juan Torres López. El País
{mosimage}Últimamente se han aprobado en Naciones Unidas varias resoluciones sobre la deuda soberana que significativamente han pasado casi desapercibidas en los medios de comunicación españoles. El septiembre pasado, la Asamblea General aprobó una resolución para impulsar un marco multilateral que regule los procesos de reestructuración de deuda soberana y posteriormente se han ido tomando acuerdos para definirlo y establecer el calendario de actuaciones.
Estados Unidos, Japón y los miembros de la Unión Europea fueron los principales países que no apoyaron la resolución, bien absteniéndose (41, como España) o votando en contra (11), mientras que 124 países (el 70%) votaron a favor
Estados Unidos se opuso alegando que la medida provocaría incertidumbre en los mercados financieros y porque prefiere otros foros como el Fondo Monetario Internacional (donde el 9% de los miembros de la ONU que se oponen a estas medidas tienen el 46% de los votos). El representante italiano que habló en nombre de todos los Estados miembros de la Unión Europea reconoció la importancia de la reestructuración pero se opuso a la resolución por una razón más simple y "a la europea": "necesitamos realizar muchas deliberaciones en nuestras capitales".
Como desgraciadamente viene ocurriendo en tantas ocasiones, las autoridades europeas también ahora se pusieron del lado de los fondos financieros y de los bancos, de los grandes acreedores. Todas las crisis de deuda han terminado con algún tipo de reestructuración de modo que lo que con toda seguridad hay por delante en Europa no será reestructurar o no la que tenemos, sino hacerlo bien o hacerlo mal, a favor de unos o de otros. Al rechazar estos marcos multilaterales ni siquiera se favorece a todos los acreedores o a la estabilidad de los mercados y de la economía sino a los fondos especulativos y a quienes solo buscan jugar con ventaja. Los dirigentes europeos han hecho otro flaco servicio a sus pueblos que son los que pagan la deuda colosal generada en su beneficio por los bancos y las grandes empresas.