EL RINCÓN DEL BONZO
Carlos Castañosa
{mosimage}{mosimage}Audio de la entrevista
Arcadas cotidianas apenas se accede al mercadillo de la actualidad, de primera mañana, para analizar nuestro panorama social, político, económico y humanitario. Un monográfico en avanzado estado de putrefacción.
Tendemos a contemplar paisajes con la visera baja y gafas de ver solo lo que queremos ver y cómo nos gustaría que fuese. Huimos de la estricta realidad. Disimulamos nuestra percepción con instinto de autoprotección para no sufrir ante la evidencia, y sustituimos el uso de razón por detalles ilusorios que nos permiten oír solo lo que nos gusta escuchar, aunque tengamos la mentira identificada en nuestro fuero interno..
Este mecanismo de defensa nos aboca a la resignación colectiva, bien aprovechada por quienes se benefician del poder sobre la miseria inducida en la mayoría.
Léanse insignificantes titulares o entradillas:
Banqueros desalmados, estafadores y fracasados que aún no están en la cárcel, pero son premiados con sueldos e indemnizaciones millonarias cuando la ruina de sus bancos ha sido salvada con el dinero del pueblo, o sea, el de sus víctimas.
Los procesos judiciales contra la corrupción de los poderosos se eternizan en beneficio de los delincuentes.
Los jueces que intentan impartir una justicia igual para todos son sancionados o se ven apartados de la causa, porque los miembros del Consejo General del Poder Judicial son nombrados a dedo por los partidos políticos, es decir, por los amigos de los delincuentes.
Dirigentes políticos, servidores del pueblo, que impunemente practican toda suerte de delitos afectos al cargo: nepotismo, prevaricación, cohecho, tráfico de influencias, malversación de caudales públicos y delitos fiscales. Desvían su fortuna robada hacia paraísos lejanos donde eludir los impuestos y la Justicia.
Abusiva y desproporcionada profusión de cargos públicos, con sustanciosos emolumentos; preferencia para familiares, amigos, novias/os y cuñados; suntuosas asignaciones presupuestarias para organismos que se consumen en sueldos internos de directores generales, asesores, funcionarios y técnicos de despacho. Tras el uso y abuso de coches oficiales, no queda un céntimo para el desarrollo de las funciones encomendadas.
Partidos políticos subvencionados masivamente con dinero público. Despilfarro sistemático que se extiende a los sindicatos de clase, defenestrados y sin razón de ser, pues ya no tienen derechos laborales que defender tras la última reforma laboral; pero siguen optando sanguijuelamente a las prebendas oficiales y participando con escándalo en los casos generalizados de corrupción.
Las puertas giratorias representan el abuso de poder de todos los colores. Los consejos de administración de multinacionales se ven privilegiados en sus poltronas ocupadas por quienes en su día las privatizaron desde el poder político.
Una Justicia que, mediante argucias legaloides, es capaz de justificar la liberación carcelaria de un criminal condenado a 3000 años de prisión. Para colmo, el asesino y sus secuaces, se recochinean de las víctimas. Todo ello en nombre de la democracia en un supuesto estado de derecho.
El tratamiento infame de las autoridades sobre las recientes tragedias más reseñables sufridas en España: Accidente de Spanair, metro de Valencia, tren de Santiago, Yak-42, Madrid Arena… Ambos partidos en el poder, PSOE y PP, cómplices uno de otro, y viceversa, por falta de transparencia, manipulación informativa, negligencias, engaños, investigaciones poco fiables, no depuración de responsabilidades económicas, políticas ni penales. Indefensión absoluta para las víctimas.
La alternativa de Podemos como esperanza no es consuelo suficiente, pues desde sus ilusionantes inicios, apenas encaramados en el olimpo político, ya empiezan a presentar los mismos síntomas patógenos de la denostada casta en la que ya parecen casi integrados.
Quedan demasiados casos que completarían esta resumida muestra.
Difícil respirar en atmósfera hostil… apestada de miasmas.