{mosimage}SB-Noticias.- El Servicio Canario de Salud publica 2 veces al año la situación de las listas de espera médicas y quirúrgicas de los diferentes hospitales canarios, y durante varios días la noticia ocupa un importante espacio en los medios de comunicación. Como es sabido, excepto para el gobierno de turno, existe un consenso en que los datos que se publican están maquillados y no se ajustan a la realidad, basta solo con pensar en esos famosos cierre de agendas que no se contabilizan, y que el problema no deja de crecer.
La introducción de las Consultas Virtuales, la valoración de pacientes a través de la información transmitida vía fax (no se garantiza la confidencialidad ), o simplemente acabar con las consultas preventivas de ginecología son algunas de las medidas puestas en marcha para minimizar el problema. No podemos olvidar otra medida cada vez mas utilizada y que tiene impacto, y es que cuando el paciente va a la consulta se le dice que será llamado para pruebas complementarias o para la nueva consulta….….y todavía está esperando.
Detengámonos en las consultas virtuales. Que el médico de familia pueda comunicarse virtualmente con el especialista para abordar el problema de salud de un paciente es una herramienta válida si se dan al menos dos condiciones. La primera es que la respuesta sea rápida, y observamos como mientras el Hospital de la Candelaria da respuestas en tiempos inferiores a una semana, que no es poco, en el Hospital Universitario de Canarias hay especialidades que tardan un mes en responder. Además, en ocasiones no se producen las respuestas por fallos de comunicación o simplemente por falta de especialistas, y se han dado casos de pacientes que han muerto, en la realidad y no en el “mundo virtual”, esperando por una respuesta, pues no existe la opción de derivar de forma urgente al paciente al Centro de Atención Especializada (CAE), sino a los servicios de urgencia hospitalarios, donde no siempre los valora el especialista, generalmente porque no hay suficientes. Esta es la segunda condición que se debería cumplir, que el médico de familia tenga la opción de derivar urgente al CAE, y no a las urgencias hospitalarias que ya sabemos en que condiciones se encuentran. Por último, siendo lo más importante, la consulta virtual no permite que el especialista valore correctamente al paciente, ya que virtualmente es imposible explorar y valorar una patología sin el contacto del médico con el enfermo, que sigue siendo una persona.
¿Por donde pasan las soluciones?
-¿Planes de choque como el que acaba de anunciar el gobierno destinando una partida importante de dinero para derivar a pacientes al sector privado, en detrimento de los hospitales públicos? (Hay que aportar aquí el dato de que actualmente el Hospital Universitario de Canarias, para algunas especialidades, parece una oficina de derivación de pacientes al sector privado, y que el hospital de referencia del área Norte de Tenerife parece ser el Hospital Quirón, más que el propio H.U.C).
-¿Peonadas?.
-¿Invitación a la ciudadanía a que se haga un seguro privado?
Las listas de espera no son un problema coyuntural, agravado por la brutal política de recortes en sanidad, sino un mal del sistema público y precisan de un Plan Estratégico (no corto a corto plazo) que contemple entre otras las siguientes medidas:
-Financiación suficiente, adecuando las necesidades de personal. No vale el socorrido argumento de la deuda histórica, que existe, pero que todas las combinaciones de gobierno Estado Español-Canarias no han abordado.
-Profesionalizar la gestión.
-Mejorar la coordinación Atención Primaria y Especializada.
-Homogeneizar los sistemas de información y las historias clínicas.
-Adecuar la abusiva utilización de la tecnología.
-Aplicar la ley de incompatibilidades.
-Fomentar la participación y toma de decisiones por profesionales y usuarios.
-Humanizar la asistencia y abandonar la tecnocracia y, por último,
-Terminar todas las infraestructuras que están inacabadas, así como elaborar un estudio sobre las necesidades reales y desarrollar un proyecto acorde con ellas que permita unas ratios adecuadas para una asistencia correcta.