EL RINCÓN DEL BONZO
Carlos Castañosa
{mosimage}Petróleo, sí o no. Cuando un debate se plantea en términos políticos, estamos perdidos. No es creíble que todo el PP esté a favor de las prospecciones y que todos los de CC y PSOE estén en contra. Se nos miente y manipula con información poco fiable que nos llega matizada de segundas intenciones contrapuestas en un sentido y otro, en confrontación organizada a dos bandas irreconciliables para desgracia de esta ciudadanía maltratada, donde solo tienen cabida actitudes políticas encaminadas a consolidar poder y a pasar por encima de los principios y verdaderos intereses de una sociedad civil indefensa y resignada.
De un lado, la sospecha de la prioridad de un buen negocio multinacional protegido por quien o quienes se verían beneficiados con el privilegio futuro de una poltrona en el consejo de administración. (No es juicio temerario por correlación de antecedentes similares).
De otro, la cotejada ineptitud de nuestros políticos locales. En lugar de firmeza reivindicativa ante una supuesta fuente de riqueza, cuya mayor parte debiera quedarse en casa, se opta por la beligerancia victimista de adoctrinar a la parte más vulnerable de la población mediante campañas demoledoras, y carísimas, donde se contamina la buena fe del pueblo con argumentos falsos.
No nos dejemos engañar. Todavía dependemos absolutamente del petróleo. No solo como combustible contaminante, como lo fue el carbón siglos atrás, sino que de la destilación fraccionada del crudo se obtienen miles de productos integrados en nuestra vida cotidiana como elementos de primera necesidad.
El petróleo desaparecerá como fuente de energía prioritaria. Así pasó con el carbón. El futuro de energías limpias y renovables es motivo fundamental de nuestra supervivencia como especie humana. Pero no podemos regresar al paleolítico de un plumazo. El progreso de la humanidad a nivel social, económico, cultural y medioambiental necesita las fuentes energéticas actuales para implantar paulatinamente las modalidades ecológicas que configurarán un futuro próximo, que no inmediato, de limpieza y estabilidad humanitaria en un mundo exento de residuos materiales y morales.
Los frágiles argumentos propagandísticos opuestos a las prospecciones se tambalean, rebatidos uno a uno por respuestas lógicas y racionales: El riesgo de un derrame accidental es tan remoto y está tan alejado de la realidad como de los miles de petroleros, monocasco o no, que cruzan anualmente nuestro archipiélago. Por estadística debiera ser este un grave motivo de preocupación institucional que, sorprendente, no inquieta a nadie.
¿Cómo puede usarse el turismo como argumento cuando su vulnerabilidad procede de otros puntos, que mejor no comentar para evitar alarma social?, cuando los beneficios pasan de largo en favor de turoperadores extranjeros que deciden el perfil de los turistas en paquetes de todo incluido; aerolíneas de bajo coste subvencionadas con nuestro dinero público; tasas aeroportuarias como negocio exclusivo de AENA; o la profusión de vertidos fecales que ahuyenta de nuestras playas al pretendido turismo de calidad…
Respalda estas reflexiones el hecho incuestionable de cómo aumenta la afluencia de visitantes, pero no percute contra las cifras de paro en el sector.
Tampoco afloja el gasto público por la multitud de cargos oficiales, afectos al sistema, y su despilfarro habitual en viajes, ferias, convenciones y promoción del turismo canario. Un monocultivo de alto riesgo que no parece afectado por las prospecciones.
No debería abusarse de la ingenuidad popular para esconder mediocridades. En lugar de intentar justificar los reiterados fracasos propios culpando siempre al centralismo despótico, debiéramos aunar voluntades en beneficio de esta misérrima Comunidad, a la cola de España y Europa en cuantos parámetros definen un estado de bienestar.