Juan Antonio Alonso Velarde
{mosimage}El señor Miguel Zerolo va a seguir como senador. Después de darle mil vueltas a su situación jurídica, los sabios del lugar han decidido que la imputación no es razón suficiente como para que deje el escaño y el exalcalde de Santa Cruz se siente tan feliz por tamaño regalo. Así que nada, a seguir amojamado en el sillón de cuero sin disparar cartucho alguno, algo que ya hizo con bastante descaro en su última legislatura al frente del Consistorio santacrucero.
padrino, Manuel Hermoso, que fue puesto como consejero de Turismo llevando
el nombre de Canarias a los rincones más insospechados, que luego fue de
alcalde de tapadillo en la lista de CC por detrás de don Manuel en una
trampa demasiado artera que practican muchos partido y desde ese junio de
1995, alcalde de la ciudad hasta que en 2011 dijo que se presentase Rita la
Cantaora, es decir Don José Manuel ‘Vermutdez’ y Arkaba, que él se iba a
seguir ganando pasta como senador sin disparar un cartucho al aire.
Zerolo, perro viejo de la política, jugó durante muchos mandatos a creerse
el Al Capone de la ciudad. El control que ejerció de los medios de
comunicación era muy hábil, yo te meto campañas de publicidad, pero tú
bajas el listón a cero de las críticas y si alguien tenía la osadía de
sacar trapos sucios de su excelentísimo, telefonazo al canto y a la
mismísima calle al redactor osado, Que pregunten en Diario de Avisos que es
lo que le paso a una redactora (luego recolocada en prensa del
Ayuntamiento).
El político de Coalición Canaria es una suerte de mafiosillo de barrio
venido a menos, un personaje imprescindible en el relato de una Canarias
ahogada por la corrupción más lacerante. Para Zerolo era esencial salir
mucho en cámara, disfrutar de su momento de gloria, hacerse fotos de
oportunidad en prensa, visitar las murgas, rondallas y diversas
asociaciones culturales. Eso sí, cuando había que dar la cara ante los
problemas, él se mandaba a mudar a jugar tan ricamente al golf y si alguien
se lo afeaba, encima era capaz de interrumpir una emisión de Radio Club
Tenerife (SER) y poner a caldo pota a quien había dado paso anteriormente
al oyente indignado. Este es don Miguel Zerolo Aguilar, un vivales más vago
que la chaqueta de un guardia, pero con turbias historias tras de sí.