Isidro Fuentes. Los Realejos
{mosimage}Una Constitución no es solamente un papel, aunque pueda ser, en efecto papel mojado como la presente constitución de España. Una constitución democrática, que es lo que propone-de ahí su nombre- la República Constitucional, es un documento importantísimo, fundamental en sentido estricto, pues en ella se recogen las reglas del juego que determinan y por ello limitan en el espacio y en el tiempo el poder de los gobernantes, es decir, la acción de los poderes del Estado sobre la sociedad y el estado mismo.
Naturalmente una constitución no puede ser vulnerada una y otra vez impunemente como la española de hoy . Toda vulneración de la constitución por los poderes ejecutivo y legislativo será perseguida y sus responsables juzgados y castigados cuando se demuestre su culpabilidad. Y recordemos que cualquier juez podrá, empleando su facultad de autoridad o poder estatal, desde su propio juzgado, juzgar sobre la constitucionalidad de una norma o de una acción política y encausar a quienes han vulnerado aquella norma y han actuado inconstitucionalmente, es decir, mal.
La diferencia entre una constitución democrática realizada por representantes elegidos del pueblo y una constitución otorgada por una oligarquía o una monarquía(que es lo que tenemos), es enorme, tanto que no parecen ser la misma cosa. Si el origen es oligárquico o monárquico, serán unos pocos o uno solo los que establecerán las reglas de un juego solo para ellos o donde lleven ventaja sobre la sociedad y los demás individuos.
Cuando su orígen es popular, son los ciudadanos y sus representantes constituyentes quienes definen y limitan, primero, en el papel el tipo de poder que operará sobre la sociedad y lo controlan o someten, después, para evitar cualquier abuso. Esta solución al problema del poder (saber quien manda y como manda) en el estado, es la solución democrática, la mejor y mas avanzada que existe, la única legítima en una sociedad de individuos libres y no de esclavos. Nada menos. ¿Les parece poco?