Francisco González Tejera
“(…) Yo quiero seguir jugando a lo perdido, yo quiero ser a la zurda más que diestro, yo quiero hacer un congreso del unido, yo quiero rezar a fondo un "hijo nuestro…” Silvio Rodríguez – El necio
{mosimage}Jamás asumieron que haya dedicado gran parte de mi vida a luchar en todo tipo de batallas sociales, defender derechos civiles y animales, la recuperación de la memoria histórica, dignificar, rescatar el ejemplo de mi abuelo y sus camaradas asesinados por los fascistas, de cientos de miles de hombres y mujeres masacrados por el régimen franquista, simplemente por pensar diferente y defender la libertad.
Nunca me perdonarán el no tener miedo, el ser capaz de levantar el puño, movilizarme, escribir, contar en infinidad de medios informativos y foros lo que pienso de esta sociedad podrida, de sus corruptos regidores, de una banda política que vive a cuerpo de rey a costa del hambre, de la miseria de gran parte del pueblo.
La verdad nunca me ha gustado escribir sobre mí vida, el exceso de humildad me puede, prefiero defender al prójimo, a quienes sufren las consecuencias de esta estafa que llaman “crisis económica”, “recesión” y otras mierdas inventadas para cortarle el cuello a millones de personas, hundirnos en un círculo vicioso de desempleo, desahucios, hambre infantil, violencia policial y esa forma de terrorismo que mata lentamente a la gente humilde.
Un plan criminal que solo persigue explotar, aprovecharse del río revuelto del empobrecimiento generalizado, para que seres sin escrúpulos se enriquezcan generando muerte, desnutrición, suicidios masivos por razones económicas, desesperanza y terror.
Nunca he tenido miedo a pesar de las fascistas represalias que vengo sufriendo en los últimos años, el tener que cambiar mi número de teléfono para evitar las llamadas anónimas con amenazas cobardes, el ver peligrar mi sustento económico y el de mi familia, de aguantar todo tipo de degradaciones donde trato de ganarme el pan de mis seres queridos, humillaciones vergonzosas que vienen de personajes siniestros/as, que ocupan cargos públicos en una “moderna democracia” europea, agresiones que asumo y combato con el mismo coraje y valentía que llevó a mi abuelo, Francisco González Santana, al pelotón de fusilamiento un 29 de marzo de 1.937 en el campo de tiro de La Isleta (Gran Canaria).
Su miedo es que no tengamos miedo, que resistamos, que no agachemos la cabeza ante tanta gentuza, sobres, maletines repletos de billetes de quinientos euros, favores y prebendas. Ese miedo les oprime el pecho, no pueden entender que existan personas que luchamos por un mundo mejor sin pedir nada a cambio, que ocupemos una parte importante de nuestras vidas en tratar de construir una nueva sociedad, dar sin recibir, apostar por la solidaridad como una forma de ternura revolucionaria.
No sé qué pasará, que sucederá en este intento de estrangulación de mi vida, pero lo que si tengo claro es que jamás me rendiré, que lucharé hasta el final, sin tregua, siempre desenmascarando a los/as culpables de los abusos de poder que ahora sufro.
Ese ladrido de fieras heridas que trata de masacrarme me enorgullece, me demuestra que voy por el buen camino, cabalgando sin tregua, galopando hasta enterrarlos/as en el mar.
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