Taucho, además, en su propia dinámica de organización y funcionamiento es también una muestra de profunda y genuina democracia. Frente a esa democracia representativa que reviste de legitimidad a los cargos públicos para que ejerzan desvergonzadamente la corrupción y el robo desde los Ayuntamientos y otras instituciones, la democracia de Taucho es la directa. En Taucho se decide colectivamente, en asambleas, donde todas las personas presentes están en un mismo plano de horizontalidad. Horizontalidad que no sitúa a nadie más arriba o más abajo que nadie a la hora de expresarse y decidir. Taucho está lejos de dejarse someter por dependencias de cualquier índole, bien sea política o sectaria; proclama su propia autonomía y asume por su propia capacidad el procurarse una financiación que no le haga supeditarse a designios extraños a su propia organización. La autogestión de Taucho está en correlación a su autonomía, la horizontalidad de sus asambleas y sus iniciativas para autofinanciarse. Taucho es la expresión de la radicalidad democrática, de una democracia directa que socialmente se reclama cada vez más ante la podredumbre de la democracia delegada de la que se sirven los políticos corruptos para ejecutar sus desmanes. Si alguien no quiere que ese modelo de democracia directa sea experimentado y sirva de ejemplo para su extensión es quien hace lo posible para que Taucho no tenga su continuidad: los que temen y no quieren a los de abajo organizados y asambleándose para vigilar y controlar a los de arriba…
Taucho es el lugar para la extensión del conocimiento, la cultura y el arte, propiciando un papel activo ante la propuesta de “consumidor” que se pretende desde los ámbitos del poder ante el hecho cultural. Una democratización cultural, o si se prefiere definir como “cultura popular”, propiciando un enriquecimiento individual que deriva en la búsqueda de un bienestar colectivo que a su vez revierte en la propia individualidad. Talleres, cursos, charlas, debates, exposiciones, conciertos, cine y otras expresiones tienen cabida en Taucho siempre de forma gratuita… Taucho también hace labor cultural fuera de sus paredes y no son pocas las veces que sus actividades han animado la principal plaza del barrio de El Monturrio. Taucho riega generosamente la cultura y el arte, pero también acoge el encuentro del vecindario, propiciando su interacción y el fortalecimiento de su tejido social… ¿Quién puede pretender cortar la democratización de la cultura y el empoderamiento popular? Sólo los que tienen como compromiso conseguir personas sumisas y garantizar de esa forma los privilegios de unos pocos.
El ayuntamiento tiene la obligación de haber ofertado espacios para reunirse, para la organización de la cultura y el ocio, haciendo sentir al vecindario con su protagonismo social. Ante su incumplimiento, el CSO Taucho ha llenado ese vacío, rigiéndose, además con autonomía, horizontalidad, asambleísmo y autogestión.
¿Cómo se acredita la necesidad de la permuta?
Por una obvia necesidad democrática y por respeto a la misma democracia. La finalidad de la permuta es para que sobreviva una experiencia sin parangón en Santa Cruz:
• Taucho ha hecho partícipe de su espacio a multitud de colectivos sociales, haciéndolo público, socializando su uso, enriqueciendo la participación y la vida democrática mediante el ejercicio real de las libertades públicas en Santa Cruz de Tenerife.
• Por un empeño en que ese espacio promocione el conocimiento, la cultura, el arte entre el vecindario. Democratizando la cultura, es decir haciendo sentir al pueblo con su poder en la gestión de su vida. Cultura para el empoderamiento popular.
• Porque Taucho es, en su organización y funcionamiento, una expresión de democracia, directa y autogestionaria, que se mantiene por su propia autonomía. Un experimento de la democracia de avanzada que queremos, donde el poder y también la riqueza esté bien repartido.
• Porque Taucho ha llenado el vacío que le correspondía facilitar por ley a la institución municipal.
¿Cuál es el interés público?
Una obvia necesidad de garantizar la continuidad de una experiencia de uso público para dar satisfacción a una necesidad de protagonismo democrático, que desde el ayuntamiento se ha obviado ofrecer y promocionar hasta ahora. Una necesidad de acoger y promover la participación popular en la gestión de sus propios espacios, con una diversidad de sensibilidades como la que en Taucho confluyen y lo usan con fines sociales, culturales y políticos. Taucho necesita continuar en el mismo espacio porque es en él donde ha crecido y fortalecido su experiencia de participación social, a través de sus formas de funcionamiento y gestión. Optar por la permuta del edificio donde Taucho ha realizado su actividad es mantener una riqueza social, conservar la calidad democrática con la que por sí misma la gente de abajo ha logrado otorgarse.
¿Y por qué la permuta y no otra solución?
Porque es la que garantiza la continuidad de una experiencia que, de verse interrumpida o desubicada, significaría abocarla a su desaparición. Taucho se ha hecho en un espacio que le ha dado su particular sello y en el que se ha interactuado. Si el edificio de Serrano, 64 está en pie no es porque la propiedad se haya preocupado por él –todo lo contrario–, sino porque los okupantes han mantenido una edificación con más de 100 años con su esfuerzo y su propio trabajo. Las labores de mantenimiento y reparación son parte del proyecto que Taucho ha protagonizado en todos sus años de existencia. Es esa estrecha unión entre okupación del espacio en el barrio de El Monturrio y experiencia social la que hace que su continuidad en el mismo lugar algo necesario e inexcusable. El propio proyecto de remozamiento del espacio, actualmente en curso, es muestra inequívoca de ello. Taucho es Serrano, 64 y no puede ser ningún otro espacio.
Es al ayuntamiento a quien le corresponde, incluso por ley, ofertar espacios al vecindario para el desarrollo de su vida comunitaria. Que el ayuntamiento de Santa Cruz asuma la propuesta de permuta, convirtiéndose el edificio de Taucho en propiedad municipal, es la garantía de continuidad de la experiencia que protagoniza el Centro Social, asumiendo –el ayuntamiento– su responsabilidad de propiciar la vida asociativa y democrática desde el respeto a la diversidad y con total autonomía.