EL BAR DE PEPE
Joaquín Hernández
{mosimage}“Esto es un verdadero vertedero de basuras, de mierda. Esa es la justicia que padecemos los españoles, ni en la etapa del dictador Franco, cuando la opresión del tirano se hacía más patente, la justicia en España estaba tan podrida”.
Con estas palabras iniciábamos la tertulia sobre el caso de las víctimas del medicamento llamado Talidomida. Para aquellas personas que no han seguido el tema aclararé que la Talidomida que fue desarrollada por la compañía farmacéutica alemana Grünenthal GmbH, es un fármaco que fue comercializado entre los años 1958 y 1963 como sedante y como calmante de las náuseas durante los tres primeros meses de embarazo.
Como sedante tuvo un gran éxito popular ya que, en un principio, se creyó que no causaba casi ningún efecto secundario y, en caso de ingestión masiva, no resultaba letal. Este medicamento, producido por Grünenthal GmbH en Alemania, provocó miles de nacimientos de bebés afectados de focomelia, anomalía congénita que se caracterizaba por la carencia o excesiva cortedad de las extremidades.
La talidomida afectaba a los fetos de dos maneras: bien que la madre tomara el medicamento directamente como sedante o calmante de náuseas o bien que fuera el padre quien lo tomase, ya que la talidomida afectaba al esperma transmitiendo los efectos nocivos desde el momento de la concepción. Una vez comprobados los efectos nocivos del medicamento (que provocaban malformaciones congénitas) descubiertos inicialmente por el doctor Widukind Lenz y su compañero de la Clínica Universitaria de Hamburgo, el español Claus Knapp, este fue retirado con más o menos prisa en los países donde había sido comercializado bajo diferentes nombres. España fue de los últimos, pues lo retiró en 1963.
Los afectados por este engendro de medicamento, unos 2.000 en España de los que 1.000 habrían desaparecido, han luchado durante 57 años por lograr que el Estado le reconozca lo que a simple vista es vista se puede apreciar, unas personas malformadas, maltrechas que han sufrido una infancia horrible y una vida llena de inconvenientes, dolores y discriminación social y laboral llevan toda una vida para que la justicia les diera la razón y condenará a los laboratorios a indemnizar a las víctimas, inocentes víctimas. Solamente 24 de las victimas reconocidas por el Estado Español que nacieron entre 1960 y 1965 fecha que dicen dejo de comercializarse la Talidomina, pero hay datos que aseguran que en España se siguió vendiendo el maldito medicamento años después, como mínimo hasta el año 1973.
Ante toda esta maraña de incomprensión, de la más mínima capacidad de raciocinio, de cordura “humana” el día 22 de noviembre del pasado año el juzgado de primera instancia número 90 de Madrid sentenciaba en contra de la farmacéutica alemana a indemnizar a cada afectado con la cantidad de 20.000 euros por cada punto porcentual de minusvalía. Anteriormente y en los años 70 los laboratorios Grümenthal GmbH fueron condenados por la justicia alemana a pagar hasta 7.000 euros al mes en forma de pensiones vitalicias a los discapacitados por la talidomida. Estás pensiones tienen una revisión anual de acuerdo con el I.P.C alemán.
Recurrida la sentencia por los laboratorios el pasado 13 de octubre de este año la Audiencia Nacional anula la sentencia del juez del Juzgado número 90 de Madrid alegando que estiman que las acciones ejercitadas por AVITE (Asociación de Victimas Talidomida en España) han de entenderse "prescritas, por lo que proceden a revocar la sentencia y desestimar en su integridad la demanda interpuesta".
¿Pero esta mierda de justicia como puede funcionar así? De manera que después de 57 años luchando como cabrones, incomprendidos por la sociedad que les rodea, acuden a la justicia y una parte de ella le considera la razón, que no es otra cosa que jugaron con ellos como cobayas y merecen no solo pagar con dinero el crimen cometido, además deberían estar en prisión todo el Consejo de Administración de la multinacional Grümenthal GmbH por delitos cometidos contra la salud pública y tratados con la misma dureza que se le da a un narcotraficante.
Nuestra Justicia es lenta, torpe, ineficaz para los desposeídos, para los desterrados hijos de un Dios menor, para los parias. Con esta parte de la sociedad parece que se ensaña dictando sentencias muy difíciles de entender, sentencias que siempre van dictadas a favorecer al poderoso, a la multinacional, a los bancos o políticos corruptos y corruptores. Vamos a ver si tomamos nota que el Código Penal no es el catón metódico por el que guiarse ante cuestiones obvias; no es solo el que ha robado una gallina y se le ha pillado in fraganti el que debe ir al talego. Curiosamente no prescriben las sentencias que condenan a un ladrón que por culpa de la droga atracó una joyería y ahora, completamente rehabilitado e insertado socialmente, después de solicitar las prorrogas y pasar por psicólogos y con informes positivos, a menos que se solicite un indulto, van al trullo de cualquier manera y los jueces de la A. Nacional se pasan por el forro de los huevos esos informes que dictaminan la inserción social del delincuente, pero cuando se trata del recurso de un poderoso, en este caso una multinacional… también se pasan por el forro de los cojones las interpretaciones de sus colegas y sobre todo la angustia de los desgraciados hijos de la talidomida… PAIS DE MIERDA ¡! QUE ASCO!!