Antonio Morales Méndez, Alcalde de Agüimes
{mosimage}Las II Jornadas de Salud Comunitaria celebradas el pasado fin de semana en el Auditorio de Agüimes han resultado un éxito extraordinario. La participación de la ciudadanía ha sido esencial. Más de 1.400 inscritos inicialmente, además de la asistencia de varios centenares más de personas, avalan la aceptación de un evento nacido para la formación, la educación y la prevención en materia sanitaria.
Estamos viviendo una crisis social y económica especialmente difícil. La profunda desigualdad social a la que nos está llevando la socialización de las pérdidas, está desembocando en una mayor precariedad sanitaria; en un aumento de las enfermedades psíquicas y físicas. Y en menos medios públicos para garantizar la prestación universal.
Hoy la sanidad pública española dispone de casi 8.000 millones de euros menos que hace cuatro años. Más de 700 en esta Comunidad.
Las listas de espera no paran de crecer (más de 50.000 canarios están en lista de espera quirúrgica y unos 25.000 están a la espera de ser recibidos por un especialista…). La demora para operarse ha aumentado en un 125% en un año y medio y el número de pacientes que tienen que esperar más de seis meses para entrar en un quirófano ha aumentado en un 200%.
La privatización y la precariedad de los servicios no dejan de aumentar (Canarias, la quinta en el ranking de las privatizaciones, la segunda en conciertos con las privadas y la penúltima en prestación de servicios).
Se jubila a los profesionales solventes y de amplia experiencia para ahorrar costes.
Se producen recortes continuos en personal, materiales, comidas, horarios, servicios… Se han perdido más de 53.000 empleos en la sanidad pública.
La falta de respuestas para los crónicos y asistenciales hace que se ocupen las camas necesarias para otros enfermos.
El 40% de los enfermos crónicos no sigue bien el tratamiento, lo que supone casi 20.000 muertes prematuras y 11.000 millones de coste al año.
El paro, la pobreza y la exclusión social aboca a una parte importante de la ciudadanía a una mala alimentación, a una desatención de la prevención de la enfermedad. A no poder hacer frente a los copagos para elegir entre comer o medicarse…
A esta situación sobrevenida se añade el peligro de medicalizar los problemas de la vida cotidiana como la tristeza, la soledad, la desesperación, lo que provoca también, en cadena, otro tipo de enfermedades…
El Estado y las administraciones públicas responsables se desentienden cada vez más, paradójicamente, de su obligación constitucional de garantizar la equidad y la igualdad en un servicio básico como la sanidad. Y además se contribuye de esta manera a desprestigiar la medicina pública y a incentivar los seguros privados para quien pueda pagárselos, abriendo más las diferencias sociales.
Y cuando se produce este tipo de situación todo vuelve a girar en torno a lo más cercano. Todas las miradas se vuelven hacia la Administración Pública Local. Pero también, en el caso de la Sanidad, hacia los Centros de Salud, hacia los profesionales locales de la medicina que se ven obligados a soportar un nivel de demanda, de presión, de dedicación y de esfuerzo muy superior al de otras épocas.
El papel de lo cercano adquiere en estos momentos un valor esencial para la democracia y para la prestación de los servicios básicos y públicos esenciales. La escuela, la familia, el Ayuntamiento, los centros de salud y los consultorios médicos, la medicina de familia por tanto, deben jugar entonces un papel fundamental en la prevención. En el trabajo compartido con profesionales que se implican, que dedican una parte de su tiempo a la colectividad; que van más allá de la asistencialidad para implicarse en la prevención. Para paliar las consecuencias de la crisis, para evitar la pobreza y la exclusión social, para atender a los que más lo necesitan, para crear espacios para la justicia social, para prevenir la enfermedad….
Dice el artículo 43 de la Constitución que para la prevención “los poderes públicos fomentarán la educación sanitaria, la educación física y el deporte. Asimismo facilitarán la adecuada utilización del ocio”. Y eso hoy recae básicamente en los Ayuntamientos. O en el caso de la sanidad en las zonas básicas de salud.
Estas II Jornadas de Salud Comunitaria dan fe del compromiso de unos profesionales para promover la salud a través de la educación y la información. Pero no es solo tarea de ellos. La realidad es que la respuesta ciudadana ha sido masiva -sin ella no tendría sentido la actuación-. Son los ciudadanos los que tienen que velar, antes que nadie, por su salud y por su bienestar. Son los que deben actuar en primer lugar para evitar enfermar. Desde luego esta administración municipal, la más cercana, no podía permanecer impasible. La salud es una tarea colectiva y redunda en el individuo y la familia, pero también en el conjunto de la comunidad.
Enhorabuena y muchas gracias a todos y todas los que han hecho posible estas segundas Jornadas de Salud Comunitaria. Gracias por el empeño, el esfuerzo y la contribución a la mejora de la calidad de vida de los hombres y mujeres de este municipio. A Pedro Martín su director y todos los sanitarios que se implicaron en la tarea. A la concejalía de Sanidad del Ayuntamiento de Agüimes y todo su equipo. A los voluntarios y voluntarias. Al Cabildo. A la consejería de Sanidad. A los monitores, monitoras, organizaciones colaboradores, asociaciones y empresas colaboradoras. Una auténtica intervención comunitaria que abre caminos necesarios e imprescindibles.