EL RINCÓN DEL BONZO
Carlos Castañosa
{mosimage}Consiste en plantear una pregunta capciosa que nunca se puede responder con éxito, puesto que sea cual fuere la respuesta, jamás será válida. Fue invento de los saduceos, una secta poco ejemplarizante.
Una consulta popular absurda por inútil; provocadora como ladrido de caniche a mastín; artificio no vinculante; redactada en texto infantiloide para agravio de la inteligencia colectiva; costosa propaganda en perjuicio de las necesidades básicas de una población depauperada; alardes mediáticos de astucia cutre para intentar eludir la ilegalidad… Falta de respeto para una ciudadanía que, aunque maltratada por las instituciones, mantiene intacto su sentimiento de dignidad.
¡Ya está bien!… el abuso de la confianza depositada en unos pretendidos servidores del pueblo, con el sagrado deber de defender los intereses y proteger los derechos de una población que los ha contratado como empleados a su servicio. No para satisfacer intereses personales y mezquinos, con peleas callejeras por medio, entre dos barriobajeros de mínima estofa que debieran apearse de sus poltronas en beneficio de la sociedad.
No se debe manipular a la opinión pública con falacias alarmistas para camuflar el auténtico desastre de una gestión política lamentable y vergonzosa. Después de tantos años en el poder han quebrado Servicios Sociales, Vivienda, Cultura, Deportes, Sanidad, Educación…; nos han situado a los canarios en cifras de hambre tercermundista, y para colmo nos metan en una guerrilla premeditada para distraernos de nuestras miserias y disimular su ineptitud.
Se completa el despropósito con el uso sesgado de la Ley de Participación Ciudadana. Un precioso documento, apología de derechos civiles, pero que en la práctica solo es un papel mojado que apenas sirve como paripé para hacer creer que se escucha al pueblo, pero luego se le ningunea con menosprecio. Ahora interesa secar el papel como bandera de una “voz del pueblo” falseada por previamente adoctrinada,
Es difícil contrarrestar la contaminación masiva desarrollada sobre una opinión pública demasiado vulnerable por su buena fe y falta de conocimiento. Las técnicas manipuladoras de la información: “armas sencillas para guerras silenciosas”, ha funcionado a la perfección. Y hoy se puede comprobar cómo las medias verdades y los datos sesgados han movilizado la conciencia colectiva en favor de una reivindicación tan artificial como la pregunta tonta de un concurso televisivo de medio pelo.
Lo más preocupante, desde el conocimiento que se obtiene contrastando la información, que no divulgando lo primero que a uno le cuentan sin comprobarlo, está colgando como espada de Damocles a punto de romperse la cuerda. Y no nos enteramos porque parece que lo único que nos preocupa es el puto petróleo, que todavía ni sabemos si existe.
Está al caer la privatización de AENA; se están moviendo todos los engranajes que van a desgraciar para siempre a esta comunidad. Y aquí nadie mueve un dedo, desgastándose todas las energías en una confrontación que no sirve para nada y, además, es mentira casi todo lo que nos han contado; de un lado y otro.
La debacle por la inmediata privatización de AENA está servida, y será motivo de análisis más profundo en un nuevo trabajo al respecto, otro más, en este amable espacio de difusión donde encuentra acomodo el derecho a la libertad de información y el respeto debido desde el conocimiento y la discrepancia.
Afecta y duele que estemos cayendo en el más tremendo ridículo mediático a niveles foráneos, allá donde se no entiende que la visceralidad de un enfrentamiento particular se imponga al sentido común y al uso de razón, cuando aquí se está jugando con la supervivencia de una tierra supuestamente afortunada.