EL BAR DE PEPE
Joaquín Hernández
{mosimage}Con la que nos está cayendo, más lo que se nos viene encima, tendremos muchísima suerte si salimos de rositas e indemnes de la quema. No es cuestión de alarmarse es cuestión de acojonarse, porque los navajazos traperos que nos darán en los presupuestos generales de eso que llaman “Estado” (vulgarmente llamado “el chiringuito de la troika”) correspondiente al ejercicio del 2015 son de órdago y muy señor mío.
Se atisba en el horizonte del próximo año una precariedad aun mayor en el empleo con la entrada de otra “reforma laboral” que significará más miseria y pobreza, la bajada de la cuantía en las pensiones de jubilación, ya mermadas por la diferencia con el I.P.C., es un hecho consumado.
Si a todo esto les añadimos la merma en las transferencias a las Comunidades Autónomas para Sanidad y Educación, el asunto es de pena. Claro que aquí, en Canarias, parece que lo importante no es tan importante, o sea que en una Comunidad donde la pobreza campea a sus anchas y nos sitúa con tasas de alarma social, el escaso trabajo se retribuye con salarios de miseria y contratos por horas, donde el paro sigue creciendo y no bajamos del 34% de desempleo en relación con la población activa, los comedores sociales abarrotados y los bancos de alimentos y Caritas Diocesana desbordados somos capaces de gastar, tirar el dinero (que tanta falta hace a miles de familias situadas en la indigencia y que la única ayuda que les viene es de familiares y amigos) en capulladas que sólo sirven para ayudar a los estómagos de siempre. El chanchullo y el presunto mamoneo está servido en las dos islas, ya está dispuesto el engranaje que permitirá que “algunas empresas de publicidad” se enriquezcan aun más, que de repente se abran negocios relativos al transporte urbano y para el estudio de la seguridad en medios de comunicación “ferroviarios”, con otros tantas “oficinas técnicas” preparadas al efecto para asesorar la puesta en marcha del “proyecto de los trenes al sur y norte de las islas capitalinas, Gran Canaria y Tenerife.
El asunto da pánico y te puedes esperar de todo, la mugre y el mal olor empiezan a sentirse en los pasillos de los Cabildos Insulares de las dos islas que ha decidido “retomar· los proyectos de los trenes del sur y norte de Tenerife y Las Palmas de G. Canaria con Meloneras. Sin mover ni una sola piedra ya se han gastado más de 40 millones de euros.
Las dos “empresas” creadas por ambas administraciones para la implantación de los “trenecitos” gastaran este año la friolera de 5 millones de euros, que sumados a los más de 35 millones ya invertidos suponen más de 40 millones, esto es, repito, sin dar un palo al agua, o sea que ni se han hecho movimientos de tierra ni colocado un raíl en ninguno de los tres trazados. Se prevé que el coste del tema será de 6,400 millones de euros (calderilla que decía aquel) pero yo me apuesto con quien quiera y lo que quiera que ese presupuesto a la hora de terminar la “obra cumbre” de D. Carlos Alonso y José Miguel Bravo de Laguna no bajará de los 10.000 millones de euros. Aun mayor es el cabreo del personal cuando sabe perfectamente que la generación de puestos de trabajo es tan poco importante que seguiremos estando en los primeros puestos del trágico ranking del desempleo.
Lo impresentable de toda esta martingala invertida es pensar en la cantidad de personas a las que se les puede ayudar con esos 40 y pico millones de euros y la cantidad de puestos de trabajo estables ayudando económicamente a nuevos emprendedores que con imaginación e iniciativa creen empresas que a su vez contraten a miles de trabajadores canarios. ¿Es tan difícil volver a conseguir un tejido empresarial solido que apoyado por las instituciones públicas desarrollen ideas innovadoras que ponga en marcha, nuevamente, negocios que generen puestos de trabajo? ¿Tenemos que seguir viviendo en un país de locos que priorizan obras faraónicas como el auditorio de Tenerife o el despilfarro que ha supuesto construir el Gran Canaria Arena, ambos mamotretos de difícil amortización?
Cuando los administradores del erario público lo gastan priorizando cuestiones que se alejan de la realidad que les rodea, no solo merecen la desaprobación del pueblo, además merecen someterse a la fiscalía anti corrupción por presuntos delitos de prevaricación, cohecho y malversación de nuestro dinero, ese dinero del que ellos solo son administradores no dueños.