Con el beneplácito de Felipe González y nada más llegar el PSOE en octubre de 1982 a la Moncloa, incidió en sus estructuras jerarquizadas, llegando a la aberración democrática de crear la figura del voto por delegación y no por delegados en los congresos. Eso significaba la potestad de votar en nombre de todos, solos los cabezas de delegación del Partido de las diferentes nacionalidades o regiones (17, por regla general sus presidentes de gobiernos y secretarios generales). El Partido como se ha demostrado a partir de entonces fue secuestrado desde las instituciones.
Alfonso Guerra aludía a un articulo suyo e increpó a Juan Carlos Monedero, dando a entender que si lo hubiera leído sus criticas no procedían. Me quedé intrigado por saber el contenido del mencionado articulo y al leerlo, si efectivamente, pude comprobar que en el mismo, había expresado una clara critica a los partidos políticos y gobiernos conservadores y socialdemócratas, por haberse plegado a la Troika y a las agencias de calificaciones norteamericanas.
Algunos han hecho suyas esas declaraciones de Alfonso Guerra, realizadas para descargar su conciencia y quedar bien ante la galería, pero lo verdaderamente importante más que las palabras y los escritos son los hechos y todos los argumentos que exponía en ese articulo, se le vino abajo al haber votado y apoyado la reforma del articulo 135 de la Constitución, cumpliendo con las exigencias precisamente de la Troika que el denunciaba, que supedita o impone a los estados “soberanos” el control sobre el gasto público, facultando a los gobiernos a propiciar y crear más leyes y medidas restrictivas y de austeridad, en detrimento de la inversión pública y gastos educativos, sanitarios y sociales.
Efectivamente su articulo es de izquierda, pero sus actos tienen un marcado acento de derecha y las expresiones que utilizó en el debate, metiéndose con PODEMOS y tratando a sus componentes de locos (“ustedes están locos”) o ignorantes (“no sean ignorantes”), denota al meterse con los mensajeros y no con sus mensajes, el poco talante democrático del que está investido, máxime cuando tratando de descalificarles, sin nombrarles les pone la etiqueta de neocomunistas. Entonces no se cual me pondrá a mi como militante socialista y es que considero que PODEMOS se queda corto y no creo que esté a mi izquierda.
Ahora son muchos los dirigentes socialistas que se apuntan a descalificar a PODEMOS, pero no hicieron nada (todo lo contrario), para que no surgiera y sea una realidad, fruto de la frustración y el desencanto que el PSOE estaba originando en grandes capas de la población: clases media y fundamentalmente trabajadora y humilde. Lo ha hecho “con su gran autoridad moral” Felipe González, que ha llegado a compararles con Le Pen, Grillo y Chavez y decir: “sería una catástrofe que prendieran alternativas bolivarianas influidas por utopías regresivas”. Menos mal que no les comparó con su amigo (el venerable) Jordi Pujol, del que dijo: “nunca he creído que Jordi Pujol fuera un corrupto”.
En esa misma línea y copiando a su referente Felipe González, se ha manifestado Pedro Sánchez acusando a PODEMOS de populista. Ambos, junto a Alfonso Guerra y el resto de dirigentes, en vez de hacer lo fácil: criticar al adversario, que en boca de ellos, más parecen enemigos, tendrían que estar trabajando por regenerar y renovar de verdad el PSOE (empezando por los que ya con el paso de mucho tiempo –demasiado-, están más que amortizados).
Está demostrado como ha ocurrido en otras ocasiones y con diferentes formaciones políticas, como por ejemplo ERC en Cataluña, que esa forma de critica y más por quienes nos han llevado a la situación que estamos padeciendo, lo único que consigue es precisamente el efecto contrario: alentar y potenciar a quienes critican.
La deriva que tiene el PSOE es preocupante y si no se corrige, no sería de extrañar que termine como un partido político meramente testimonial. Ejemplos de partidos socialistas o socialdemócratas que han terminado de esa forma hay varios. Han puesto a las primarias como tabla de salvación, pero ese instrumento que efectivamente podría ser valido, para dar un revulsivo y potenciar al Partido, por no identificarse con el mismo, lo han desvirtuado y degradado, e igualmente manipulado hasta hacerlo excepto para ellos, prácticamente inútil para el conjunto de las afiliadas y afiliados y poco motivador e inservible para la Sociedad.