Pedro González Cánovas. Miembro de ANC
{mosimage}Acabamos de ver como Escocia se sometía a un referéndum para saber si su población quería que su País fuese independiente o siguiese formando parte del Reino Unido. Con un resultado muy ajustado, ya se ha publicado la decisión de los escoceses, sumando la de tantos habitantes foráneos que se llega a alcanzar un 87% del censo.
Las fronteras no han dejado de cambiar en toda la historia de la humanidad, los problemas vienen cuando se producen imposiciones violentas, que desatan más violencia. Cuando hay carencias democráticas, cuando se prohíben los referéndum por la independencia, se retrasan los problemas de las libertades de los países con ansias de emancipación, como está sucediendo con el antiguo Sáhara español, con todo el sufrimiento asociado que las actitudes violentas y colonialistas llevan implícitas.
Cuando se actúa democráticamente, cuando se impone la diplomacia y la cordura, la historia de la humanidad no se mancha de sangre y penas, no se gasta lo que no se tiene, no se embargan los futuros de nadie y el progreso sigue su curso remontando, casi siempre a mejor: al menos sin violencia.
España sufre una grave carencia democrática. Apenas falta nada para que el poder eclesiástico se manifieste, adosado al poder político como antaño, para que sea efectivo que en ese estado solo hay un nacionalismo legal, que se nomina "nacionalcatolicismo" igual que cuando el régimen franquista, pues el reino de los borbones confunde igualdad con centralización y entiende por unidad el veto a la autodeterminación de los Pueblos. Si a ello le sumamos el concepto español de lo social, hay que admitir que no se puede ser más violento.