Soy de los que pienso que el propio estado comenzó ese reparto indiscriminado de droga, con el objetivo claro de alienar a una juventud que era combativa, que llevaba años luchando contra la anterior dictadura fascista española, que tras el engaño siniestro de la “transición” a la falsa democracia se eternizó en el poder a los nuevos ladrones, delincuentes políticos, estafadores profesionales de coche oficial, que temían a una juventud que comenzaba a organizarse, a luchar, a movilizarse en sus barrios y ciudades, en los centros educativos de secundaria y en la propia universidad.
Ese plan alienante se llevó a cabo por todo el estado español, no solo en las islas, incidiendo sobre todo en Euskal Herria, Catalunya, Galixa, Andalucía, Madrid…, donde de repente los/as heroinómanos/as formaron parte del paisaje cotidiano, destruyendo a una parte de la juventud más luchadora, llevándola a la muerte por sobredosis, asesinatos, disparos de la policía y suicidios.
Por ello no entiendo que los voceros del caduco régimen español se echen las manos a la cabeza, simplemente porque alguien diga “que la propia policía repartió drogas”. Es una realidad palpable, no sé si los cuerpos de seguridad lo hicieron directamente o no, pero es un hecho que existió, un proyecto preconcebido de alienación desde las entrañas del estado, cuyos resultados les fueron inmensamente satisfactorios, borrando del mapa social y político a muchos/as jóvenes, destrozando barrios combativos, heroicos y altamente organizados, donde gran parte de sus líderes juveniles cayeron en las fauces de las toxicomanías, conducidos/as directamente al paredón de la pasividad, del lumpen, de la absoluta indigencia, de una exclusión social casi irreversible.
Muchos amigos y amigas jamás salieron de ese abismo, yo mismo pude ser uno/a de ellos/as. Gente muy valiosa, inteligente, con mucha cultura, compromiso, con ideas claras de lucha contra este criminal sistema capitalista, compañeros/as que ahora están muertos/as, hospitalizados/as de por vida o simplemente con una demencia permanente, deambulando calles oscuras en la más absoluta soledad, desamparados/as por el corrupto régimen, sobreviviendo en bancos de alimentos, pasando sus últimos días en centros sociales tapadera, que lo único que persiguen es tapar la evidente y triste realidad.
Aquellos años de Deep Purple, Led Zeppelin y el amor revolucionario de Víctor Jara, inundaron de ternura esa parte de nosotros/as que todavía sigue viva, que nos estremece cuando recordamos a los/as muchos/as que ya no están, que se quedaron en el camino desolado, galopando caballos de muerte entre las nubes del olvido.