José M. Balbuena Castellano
{mosimage}“La ONU urge a una tregua y alerta de la devastación causada por Israel en Gaza”. Cuando leo esta noticia en la prensa me convenzo, una vez más, como se vulneran los derechos humanos en el mundo y se cometen auténticos genocidios, sin que se conmuevan la llamada Organización de las Naciones Unidas ni aquellas grandes potencias que tienen el suficiente poder e influencia como detener lo que está ocurriendo en ese enclave palestino.
La población civil, no sólo está siendo masacrada por las tropas israelíes, sino que, a su vez, es prisionera de un grupo radical árabe que la utiliza como escudo defensivo, creyendo que el adversario va a tener compasión de todos esos niños, mujeres, ancianos y discapacitados que Israel abate cada día. Has y otros grupos radicales árabes se dedican a lanzar misiles contra posiciones israelíes, sabiendo que su lema es devolver “ojo por ojo y diente por diente” y que si muere un solo israelí, van a morir cientos de árabes, sean o no culpables. Es la Ley del Talión y en eso son también muy estrictos. Además, siguen creyendo que son el “Pueblo Elegido” y, por tanto, pueden disponer de las vidas de aquellos que son infieles. Aquí se mezclan, de nuevo, las creencias religiosas, el fanatismo, el espíritu de supervivencia, así como la polìtica y la economía: petróleo, venta de armas, posicionamientos estratégicos de los grandes potencias, que es lo que precisamente está ocurriendo también en nuestro vecino continente africano. Pero esa es otra cuestión…
Luego, después de estos crímenes de guerra, le llaman “acto humanitario” a detener los bombardeos para extraer los cadáveres, o a algún herido, si queda, debajo de aquellos montones de escombros. ¡Cuanta crueldad! No puede llamarse “guerra” a lo que ocurre en Gaza. Es un auténtico exterminio, teniendo en cuenta la desigualdad de fuerzas entre uno y otro bando. Siempre los árabes de Cisjordania, de Jerusalén y de Gaza tendrán las de perder ante un enemigo super armado (y respaldado) que ni con toda la ayuda de los demás países árabes, o del mundo, podrán derrotar. Lo que procede es que se conviertan ambas partes en seres humanos racionales y, de común acuerdo, decidan convivir en paz. Pero Israel está dominada por el sionismo y los grupos ultra ortodoxos que tiene en el país y por los judíos dispersos por el mundo, especialmente los de Estados Unidos, que forman un importante “lobby” que influyen en las decisiones de su gobierno.
Por eso se atreven a ocupar terrenos y otras propiedades árabes en Cisjordania. Por eso bloquean el territorio de Gaza y aniquilan a su población. Por eso miles de palestinos se encuentran en campos de refugiados en otros países limítrofes, o han tenido que emigrar a diferentes naciones del mundo. Por eso los árabes que viven en el estado de Israel son discriminados y maltratados y ni siquiera tienen derecho a la “ley de retorno”, que les impide regresar si se marchan del país, como una fórmula para quitárselos de encima, algo que no ocurre con los judíos que salen.
Todos sabemos lo que han sufrido este pueblo a lo largo de la historia en su diáspora por el mundo. Todos sabemos lo que ocurrió en los campos de concentración y de exterminio de los nazis y la mayoría de las personas que amamos al prójimo lamentamos. Por eso, deberían haber aprendido la lección y no comportarse ahora de la misma forma que aquellos fanáticos hitlerianos, seguidores de Hitler, y celosos de la pureza de la “raza aria”, que querían exterminarlos y borrarlos de la faz de la tierra.
Que no se diga que hay videos manipulados que muestran el horror de lo que sucede en Gaza, o que los periódicos exageran. Allí hay muertos reales, civiles bombardeados, destrucción y muerte. Han fallecido violentamente más de 15.00 palestinos y sólo 50 israelís. La diferencia es también real, aunque no debería haber ninguna víctima ni de uno ni del otro lado.
No han servido los esfuerzo de Barenboim y otros humanitarios personajes judíos para conciliar a estos dos pueblos que se odian desde siempre.