{mosimage}Joquín Hernández.- mina la primera parte del partido Brasil – Alemania, el contundente 0-5 a favor de los alemanes no deja lugar a dudas que es un serio aspirante a ganar el título. Entre cañas de cerveza, vinitos y risas provocadas por el ridículo de la selección pentacampeona de fútbol mundial, aparecen las noticias y el telediario nos atraganta la bebida con las imágenes de niños huyendo ensangrentados y mutilados por el ataque de misiles israelíes contra la Franja de Gaza.
Enseguida empezaron los comentarios sobre el tema de los “judíos” y la opinión era unánime; la guerra del ejército mejor preparado y organizado del mundo contra una milicia desorganizada y con escasos medios, es tan desproporcionada que sólo basta leer la lista de víctimas de uno y otro bando para comprobar que el genocidio de los palestinos está en marcha.
La invasión de la Franja de Gaza comenzó en el año 2008, también llamada “operación plomo fundido”, por las Fuerzas Armadas Israelís, fue una ofensiva militar en toda regla, por tierra y mar y precedida por intensos bombardeo aéreo contra objetivos de la infraestructura de la organización Hamás pero que además de atacar puertos, sedes ministeriales, cuarteles de policía, depósitos de armas y túneles subterráneos que comunicaban Gaza con Egipto. El objetivo de la invasión era destruir la capacidad militar de Hamás, sin embargo la principal destrucción no se basó en objetivos estratégicos, la población civil sufrió todo el peso del armamento destructivo del 9º ejército del mundo. De las 1.434 muertes producidas por las bombas y misiles de los judíos, 960 eran civiles, 288 menores de 18 años, miles de edificios destruidos. Cada metro avanzado en Palestina suponía un nuevo asentamiento de colonos judíos, que a base de “plomo fundido” en los cuerpos de civiles, de personas que el único mal que han hecho ha sido nacer en esa zona maldita, la franja de Gaza.
Ahora bajo la denominación marca de la casa sionista “operación margen protector” vuelven otra vez a cargar contra la población palestina, a sabiendas, mejor que el pueblo judío nadie lo sabe, que el odio crea más odio y rencor, que las generaciones futuras de árabes recordaran como las bombas, los misiles israelitas mataban a sus padres o hermanos. No se puede responder al secuestro y asesinato de tres jóvenes judíos con la matanza indiscriminada de miles de palestinos, y si lo hace el ejercito judío se pone a la altura de las SS alemanas cuando servía de disculpa la colocación de una mina al paso de un convoy del ejército alemán para fusilar a un pueblo entero desde los más viejos hasta a los bebes de meses.
El pueblo judío tiene derecho asentarse y acabar con la diáspora que sufrían desde el siglo VI A.C. A convertirse en una nación que enseñe el sufrimiento que durante siglos han padecido, pero no tiene derecho a convertirse en un pueblo de genocidas al que el resto del mundo tenga pánico, y que al nombrar la palabra Israel, judío o sionista signifique terror.
Son muchas las voces que empiezan a comparar al Estado de Israel con la Alemania Nazi, en relación al genocidio que hizo el Führer Adolf Hitler con el pueblo judío, e incluso intentan justificar el holocausto judío en base al exterminio de miles de palestinos por el pueblo que otrora pudo ser eliminado de la faz de la tierra.
Pocas simpatías se lleva una nación con un ejército de élite que se convierten en asesinos cometiendo crímenes de guerra a los que quieren camuflar con la consabida frase de “daños colaterales”.
Que el mundo entero repruebe la masacre que se está cometiendo contra gente inocente, mientras Estados Unidos y la Unión Europea miran su apestoso ombligo sin hacer nada para evitar el holocausto Palestino es de un cinismo y sin vergüenza que parecen cómplices de los genocidas judíos.
Que el mundo entero repruebe la masacre que se está cometiendo contra gente inocente, mientras Estados Unidos y la Unión Europea miran su apestoso ombligo sin hacer nada para evitar el holocausto Palestino es de un cinismo y sin vergüenza que parecen cómplices de los genocidas judíos.