Ramón Afonso
{mosimage}Así comienza un artículo firmado por M. Autero y A. Herrero en el periódico La Opinión de Tenerife en el que supuestamente informan sobre una operación policial que acabó con la detención de cinco jóvenes el pasado jueves en Tenerife. El libelo continua con una caracterización de los detenidos que bien pudiera haber salido de las sentinas periodísticas que acompañaron a la represión franquista. Sin embargo, ni una palabra de la brutalidad con la que se llevó a cabo aquella “operación policial”.
INFORMACIÓN AMAÑADA. Desde el primer momento, los acusados de protagonizar el incidente -y así se refleja en el video que circula por la red- fueron los hermanos César y Roberto Mesa, a los que los periodistas les dedican, sobre todo a Roberto, una breve biografía donde destacan que es un “viejo conocido” de la policía por los “continuos problemas” que les ocasiona cada vez que viaja a Marruecos (sic), como si fuera un personaje nada recomendable, que vive de algarada en algarada sin respetar a nada ni a nadie. No podemos tildar a los firmantes del artículos de La Opinión de lerdos o ignorantes, pero si de falsear la información, de no contrastar esa información interesada que les proporcionan las fuerzas policiales; ni siquiera han acudido a la maniquea equidistancia periodística de las fuentes tan en boga últimamente (La policía dice Vs Los acusados afirman). Si lo hubieran hecho tendrían que haber publicado que si por algo se conoce a los hermanos Mesa es por su gran corazón y enorme concepto del compromiso y solidaridad con todas las personas que sufren, empezando por su decidido apoyo a la lucha del pueblo saharaui contra la ocupación ilegal marroquí del Sahara Occidental, pasando por su apoyo a las personas que sufren el azote de los desahucios o los recortes en sanidad, organizándose para combatir las constantes agresiones al medio ambiente o apoyando la lucha de los pensionistas… Eso sí, sin ser unos timoratos frente a algunas actuaciones policiales ni ante las injustas decisiones judiciales que les han impuesto.
LA OPERACIÓN CARRETE. Unos veinte días después de los sucesos denunciados, la policía decide que ya es hora de actuar. Al alba ponen en marcha un enorme dispositivo para poner ante la justicia a estos “peligrosos delincuentes”: policías de paisano embozados en pasamontañas y con pistola al cinto interceptan el coche donde Roberto Mesa que acompañaba a su madre hasta su trabajo, cuatro policías se bajan apresuradamente de su coche camuflado y se lo llevan detenido; a su hermano César, sorprendido mientras dormía, por poco no le dejan ni asearse y a Jeffrey García le engañan avisándole de que le roban el coche para una vez en la calle detenerlo… Ayoze Marichal, Jeffrey García, Pedro Delgado, César Mesa y Roberto Mesa permanecieron hasta pasadas las 18,30 horas en dependencias policiales. Finalmente, no fueron interrogados ni, incomprensiblemente, llevados ante ningún Juez, quedando en libertad con cargos como presuntos autores de los delitos de desórdenes públicos, daños y coacciones. Pero ¿Por qué el juez no los citó sin más para tomarles declaración? ¿La policía actuó bajo el paraguas del juzgado o fue de por libre? ¿Era necesario tal despliegue de medios, tanto gasto de dinero público -más de una veintena de policías, coches patrullas y camuflados-? ¿Por qué infligir tanto sufrimiento a sus familiares y a ellos mismo? En definitiva ¿Era necesario desplegar esta tortura de baja intensidad?… A todas luces parece excesivo, sólo el constante intento de las fuerzas policiales de criminalizar a los movimientos sociales, de querer convertir a pacíficos activistas en mediáticos grupúsculos violentos justifican este tipo de actuaciones jurídico-policiales.
Seguiremos gritando “Si nos tocan a unx nos tocan a todxs” y seguiremos luchando contra las injusticias a pesar de conocer la existencia de personas que como los autores de este artículo y la empresa que les contrata no cejarán en su empeño de sembrar dudas, de falsear la realidad cuando no de construirla al dictado de los poderosos y no de los pueblos.