La Provincia / 2 de febrero de 2008.- El centro de todas las miradas. En Miguel Zerolo convergen todas las miradas. Es el principal imputado, la persona de la que procedía la voluntad política de llevar a cabo la operación de Las Teresitas. La fiscal advierte en su querella de que, en todo momento, movió los hilos para beneficiar a intereses privados. Con el argumento de salvar la playa de la construcción, autorizó el desembolso de 8.750 millones de pesetas del erario público para comprar, en realidad, 75.000 metros de acantilado. Se ha defendido montando una gran teoría de la conspiración canariona.
El brazo ejecutor de Zerolo. Miguel Zerolo tomaba las decisiones, Manuel Parejo las ejecutaba. Dicen quienes le conocen que el doctor Parejo es puntilloso y metódico, que actúa en la gestión con el mismo cuidado y mano firme como si estuviera escrutando un cerebro con el escalpelo. Con Zerolo de alcalde ha sido concejal de casi todo, pero fundamentalmente a la cabeza de la Gerencia de Urbanismo, donde le tocaba la tarea de trasladar a los técnicos las directrices políticas. Han sido casi la misma cosa Zerolo y Parejo… al menos hasta ahora. Esa unidad de acción, ese caminar juntos parece que empieza a resquebrajarse. "El alcalde era conocedor de todo", dijo Parejo a la jueza, por si alguien tenía la tentación de endosarle el muerto al doctor Parejo.
El embeleso del poder. Emilio Fresco era un histórico militante socialista hasta que el affaire Las Teresitas se cruzó en su camino. Tras ocupar altos cargos de responsabilidad en el PSOE de Tenerife durante casi 15 años, en 1999 se presentó al Ayuntamiento y obtuvo 4 concejales. Ahí empezó su final político. Dicen que se contagió de la alegría de aquellos años, de esa Santa Cruz en ascenso, de ese reparto del poder, de ese embeleso por las alturas. Y el todopoderoso Zerolo lo acabó captando para sus fines. Y Fresco dio su apoyo a la operación de Las Teresitas. El partido, para aquel entonces ya controlado en Tenerife por un Santiago Pérez empeñado en cortar todas las terminales que desembocaban en ATI, acabó expedientándolo. Y se fue antes de que lo echaran.
Secuestrado por el alcalde. José Emilio García Gómez llegó a ser alcalde de Santa Cruz de la mano de Manuel Hermoso, pero no pertenecía al núcleo duro de ATI. José Emilio, con fama de tener un carácter hosco y serio, se mantenía alejado de los focos y las lentejuelas. Fue un buen alcalde, pero impopular. Y ATI le quitó el paraguas mediático y lo retiró pronto de la circulación. Él volvió al Ayuntamiento en 1999 de la mano del Partido Popular, pero ya no era lo mismo. Miguel Zerolo, siempre despierto, no tardó mucho en secuestrarlo para sus intereses. A finales de julio de 2001, el alcalde, Emilio Fresco y él dieron una rueda de prensa para anunciar la operación de Las Teresitas. Ya no había marcha atrás. García Gómez volvía al redil. En la actualidad es asesor de Zerolo.