Diario de Avisos / 2 de febrero de 2008.- EUSTAQUIO VILLALBA MORENO. El pasado jueves se celebró en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife el reiteradamente aplazado pleno sobre la playa de Las Teresitas. Ahora es público parte del sumario, ya no es posible alegar que son invenciones, rumores o filtraciones, ya no cabe achacarlo a campañas de la prensa canariona contra Tenerife y sus instituciones, y es el momento de dar explicaciones a los vecinos sobre los hechos y las declaraciones que aparecen en la instrucción judicial. Sin embargo, no me ha sorprendido el pleno, en primer lugar porque los tres partidos con mayor representación, CC, PSOE y PP, han mantenido una oposición ambigua en este tema. Los nacionalistas, porque los hechos conocidos dejan claro que mientras facilitaban el pelotazo, simultáneamente trataban de taparlo con palabras vacías de contenido: su único objetivo es salvar el frente de playa de las construcciones masivas. Los socialistas, como siempre, han estado a favor y en contra, y en el PP solo hace falta confrontar lo que decía su ubicuo líder municipal, Ángel Llanos; para el partido conservador solo se trataba de un asunto que servía para ganar algunos votos, no era impedimento para gobernar con los que tanto criticó por la manera de gestionar el asunto de Las Teresitas. Todos tienen vergüenzas que tapar.
Hay aspectos de la controversia sobre la playa sobre los que siempre ha habido un silencio compartido de los partidos presentes en el Ayuntamiento. Por ejemplo, nunca han expresado ni ha tomado medidas para que esta playa artificial reúna las más elementales medidas de seguridad e higiene, que son responsabilidad del Ayuntamiento. Los usuarios de Las Teresitas son los grandes olvidados en este asunto, los cientos de vecinos que diariamente utilizamos esta playa somos los que sufrimos las consecuencias de treinta años de abandono y desidia de las autoridades municipales. Se retiró a la playa la distinción de la bandera azul por no cumplir los requisitos mínimos exigidos, y el Ayuntamiento no ha tomado ninguna medida para solucionar los problemas que impiden a la playa ostentar esta distinción.
No hay nadie que obligue a cumplir las normas municipales expuestas en los postes informativos que se encuentran en los accesos. El resultado salta a la vista y al olfato. A cualquier hora, se puede ver gente paseando y bañando sus perros, sin importar a los regidores municipales que los excrementos se conviertan en trampas para los descalzos paseantes ni las meadas arenas en materia prima de los castillos infantiles. Tampoco hay nadie para impedir que algunos desaprensivos hagan piruetas y exhibiciones con sus motos de agua, pues nadie sanciona conductas que ponen en peligro la seguridad de los bañistas. Nunca se ha preocupado el equipo de gobierno, ni la oposición se ha acordado de exigirlo, por dotar a la playa de los mínimos servicios higiénicos, una carencia que obliga a los usuarios a utilizar el famoso frente de playa para hacer sus necesidades biológicas. No hay duda, las parcelas afectadas por la operación inmobiliaria apestan.
La arena traída del Sahara no tiene alacranes, lo que sí tiene en gran abundancia son colillas y otras basuras abandonadas por ciudadanos poco interesados en mantener limpia la playa. No hay megafonía, a pesar de ser algo absolutamente necesario en una playa que está en un culo de saco y que registra afluencias masivas. No hay planes de evacuación y tampoco se han preocupado, en décadas, de mejorar mínimamente el único acceso con el que cuenta la playa. Por si todo esto fuera poca muestra de la desidia municipal, Las Teresitas carece de iluminación y de vigilancia, algo que facilita otros usos de la playa muy diferentes a los de la oferta diurna. Por supuesto que nunca ha contado con vestuarios y es todo un espectáculo ver cómo usuarios y turistas, envueltos en toallas, nos contorsionamos para cambiarnos de ropa. Los imbornales del carril que discurre al lado del muro de la playa se encuentran obstruidos desde el temporal del 31 de marzo y, cada vez que llueve, el agua se encharca y se pudre. Nadie hace nada para eliminar estas aguas contaminadas y sus nauseabundos olores. Nadie explica cómo van a solucionar los atascos en la época de verano y el incremento del tráfico que implica las urbanizaciones previstas. Las Teresitas sólo ha interesado por el negocio; los usuarios, y la propia playa, importan un bledo. Los vecinos sufrimos las consecuencias del abandono, pagamos los pelotazos y, encima, tenemos que soportar que, como única explicación a lo evidente, nuestro alcalde recurra a la persecución de sus enemigos políticos, a la pretensión de los canariones por hacerse con CajaCanarias, o atribuir al sumario formar parte de una campaña de desprestigio de los tinerfeños. El alcalde Miguel Zerolo es el máximo responsable del abandono de la playa, y también es el responsable de haberla convertido en el mejor ejemplo de pelotazo inmobiliario de la historia de Canarias. Los hechos conocidos así lo avalan.