El Topo
- Escrito por Joaquín Hernández
- Published in Desarrollo
EL BAR DE PEPE
Aunque en más de una ocasión, como personaje público, me he dirigido a Miguel Concepción criticando su labor como presidente de la Sociedad Anónima Deportiva, Club Deportivo Tenerife, en cuanto a una gestión empresarial funesta y llena de errores garrafales que han podido llevar a la tumba deportiva, futbolísticamente hablando, al representativo de sus accionistas y de los aficionados al deporte del balompié en la isla picuda.
Aunque nunca le he creído, ni tenido como un empresario ejemplar, que siempre le he considerado como un hombre habilidoso y con las ideas fijas, de Miguel Concepción creo que es un palmero de los rudos, de los cabezudos.
Hecho así mismo, heredó de su padre una empresa auxiliar de la construcción, pero la isla de la Palma se quedaba estrecha para su proyecto de expansión. Ambicioso y creyendo que la suerte era la habilidad de saber aprovechar las ocasiones favorables, no dudo en aprovechar las simpatías que sentía el entonces presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, para escalar, entre el escalafón empresarial de las islas, a los primeros puestos del ranking y buscar un espacio que copaban con solvencia, Antonio Plasencia, Ambrosio Jiménez e Ignacio González.
Se puede decir que, a Miguel Concepción en el año 2005, no le conocía más allá de un escaso grupo de amigos y sus dos hijas, Eloisa y Verónica en las que siempre confió sus proyectos empresariales. La dimisión de Víctor Pérez Ascanio lo convierte (en 2007) en presidente del CD Tenerife y, todavía hoy, ostenta la mayoría con otro inversor, el gomero Pedro Suárez.
¿Quién, o quiénes, son los culpables de la entrada en el negocio del transporte aéreo de Miguel Concepción?
Hay varias opiniones al respecto, una de ellas es que “Canarizada Binter, CC entendió que el cielo isleño necesitaba un segundo operador para diversificar la competencia”. Fue entonces cuando la línea aérea venezolana, Santa Barbara, que entonces conectaba las Canarias con Venezuela, ofrece una participación, a CC y es Santa Barbara la que provoca la aparición de Islas Airways, a la que se incorporan en 2007 Miguel Concepción por Tenerife y el naviero Antonio Armas por Gran Canaria. Pero Armas, que conocía los costes del negocio por su etapa en Líneas Aéreas Canarias, abandona el proyecto. Concepción asume el reto en solitario. Islas llegó a tener el 20% de la cuota regional, con 160 empleados, ocho aviones y 700.000 pasajeros.
Con este rotundo éxito, no es nada descartable la teoría de la conspiración. Binter Canarias vio mermado y en las nubes su gran negocio aéreo y allá por el año 2011, en plena crisis, “una denuncia ante Fomento de Binter, que certifica a través de una compra masiva un posible fraude en las bonificaciones al billete (vender por debajo del coste y reclamar el máximo de subvención). El Ministerio le bloqueó las ayudas (12 millones de euros) hasta ahogar la cuenta de explotación de Islas Airways y la Abogacía del Estado remitió el caso a la Fiscalía.”
Pese al rollo de “presunción de inocencia”, estoy seguro que Miguel Concepción, ni por asomo, es culpable directo del presunto fraude. Miguel Concepción tampoco es una víctima del “sistema”. Miguel Concepción, en este caso concreto es el responsable de una traición programada y provocada al mejor estilo mafioso empresarial.
El topo infiltrado en Islas Airways, sabe muy bien que tarde o temprano saldrá su nombre a relucir y se sabrá la verdad de una historia que, aun pareciendo un imposible, tiene muchos visos de ser real.
Miguel Concepción, persona a la que no conozco, más allá de su perfil futbolístico, podrá ser ambicioso, cabezudo, mal empresario, falto de ideas y de no rodearse de factor humano suficiente para triunfar en los negocios, pero ladrón y estafador no lo creo.
Que tendrá que afrontar la supuesta sentencia, no me cabe la menor duda, pero si se llegase a demostrar que la denuncia de Binter Canarias y la información que disponía sobre las ventas de viajes de Islas Airways, la obtuvieron procedente de las propias oficinas de la compañía aérea investigada, si se llegase a demostrar que las ventas realizadas fueron a hechas a espalda del Consejo de Administración y que todo se traduce a una traición cometida desde la propia empresa, aun teniendo la responsabilidad máxima por el delito cometido, Miguel Concepción podría derivar responsabilidades hacia los verdaderos culpables. Se que todo esto parece un relato de ciencia ficción, pero créanme, en estos días que nos toca vivir peores cosas hemos visto.
La juez instructora del 3 en Tenerife, Carolina Déniz, ha citado a Concepción como imputado. Si se confirma en sentencia judicial el fraude, el empresario palmero perdería el derecho a las adjudicaciones públicas (limitada hoy por la crisis) y se arriesgaría a un embargo masivo.